Cuatro cuencanas decidieron poner en práctica sus aptitudes y abrieron sus negocios para hacer lo que otros creían que sólo podían hacer los mayores Y les va muy bien

 

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Johanna y Carolina, entusiastas empresarias que conquistan prestigio y mercado.


"Lola"

Es la nueva marca de ropa que sus propietarias, Johanna Heredia de 23 años y Carolina Karste de 22, quieren imponer en el mercado cuencano. Y añadieron un slogan atractivo para seducir a los clientes: "sé lo que quieres "


Siendo las mejores amigas desde los primeros años de colegio, ambas tenían en mente surgir con un negocio propio. Los ahorros con los que Carolina contaba y el préstamo que Johanna obtuvo de un familiar, fueron las bases financieras para comenzar a trabajar en su tienda de moda, y es así que el pasado noviembre inauguraron su boutique, con la presencia de medios de comunicación, familiares y amigos.


En este tipo de iniciativas los obstáculos nunca faltan. La obtención del dinero suficiente, la falta de experiencia, pero sobretodo su edad fueron algunos de ellos. "Ser joven fue la traba principal, Cuenca es un mercado mentalmente cerrado y la gente no creyó que nuestro negocio iba a tener éxito", comenta Johanna, recordando un incidente que casi las hace desistir de su proyecto.


"A poco tiempo de inaugurar la tienda sufrimos un robo, lo que nos desanimó mucho, pero nos levantamos y ahora estamos mejor que nunca, ya recuperamos la inversión", asegura Carolina muy satisfecha.


Ambas están convencidas de que la decisión fue la clave para inspirar respeto en su competencia y en el mercado en general. Aunque saltan a la vista los aspectos positivos de tener un negocio propio, como ingresos y reconocimiento, también pesa sobre ellas la gran responsabilidad de mantenerlo, hecho que incide en intereses propios de su edad como los estudios, diversiones, entre otras cosas. Sin embargo, aseguran que los proyectos para "Lola" son grandes, por lo que quieren demostrar que con buena planificación del tiempo las cosas surgen de la mejor forma y lo más importante, no hay que esperar necesariamente hasta graduarse para empezar a forjarse un futuro.

 

Con el fin de progresar y sobresalir, cuatro jóvenes arriesgándose a la posibilidad de un fracaso, tomaron la iniciativa de empezar un negocio propio aún sin tener la experiencia suficiente ni un título universitario. Es un claro ejemplo de desafío, decisión y constancia.

 

 

"Karku", una casa de niños

 

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María Cristina y Daniela, en diferentes ambientes del

establecimiento de atención a los niños.

"Hace siete años tuve la idea de hacer una casa de fiestas, de crear algo nuevo y diferente en la ciudad", comenta María Cristina Durán, de 32 años, mentalizadora del proyecto y una de las propietarias al momento de preguntarle sobre "Karku", su sueño realizado. Es un nombre sugestivo, de su propia creación.


El local, provisto de todo lo necesario para atraer y divertir a los infantes, regala mucha alegría y colorido, en la avenida Ordóñez Lazo y Los Pinos, al occidente de Cuenca.


Aunque no acabó sus estudios de Hotelería y Turismo, siempre estuvo relacionada con eventos, por lo que creyó conveniente realizar algo que marcara la diferencia en la organización de fiestas infantiles. "Pensé en las mamás noveleras como yo, que quieren hacer de un cumpleaños un evento inolvidable", señala.


Decidida a concretar su negocio, sin pensarlo dos veces llamó a su prima Daniela, una joven de 22 años y estudiante de la carrera de Estimulación Temprana, para formar una sociedad y comenzar a trabajar en la idea, contando siempre con el apoyo del esposo y de sus padres.


"Nuestro mayor obstáculo fue hallar una casa lo suficientemente grande para desarrollar lo que teníamos pensado. Estuvimos a punto de desistir, pero de repente la encontramos y eso nos motivó a seguir adelante", dice Daniela.


Con mucho trabajo y esfuerzo, el 8 de junio de 2007 las jóvenes emprendedoras abrieron las puertas de su establecimiento al público. "Los niños no quieren irse a pesar de que ya acabó la fiesta, esa es nuestra mayor satisfacción", comentan emocionadas al hablar de su experiencia exitosa hasta el momento.


Con deseos de hacer crecer su negocio y permanecer juntas para lograr sus propósitos, Cristina y Daniela Durán son un reflejo de lucha y tenacidad para superar todas las adversidades y abrirse caminos de realización.

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