Yolanda Reinoso
El amplio espacio interior donde se ora cinco veces al día, una vez que el muecín ha convocado con su canto, está enteramente cubierto por una alfombra y en su entrada, destaca un panel de mármol con inscripciones del Corán, así como varias ventanas que dejan pasar rayos de luz natural

 

Hasta el color en su nombre suena a magia y exotismo: azul. Y mágica y exótica es su apariencia también, porque sus domos resaltan en perfecta línea curva como si en el interior abarcaran un cosmos estrellado, y sus seis minaretes erguidos, largos, elegantes y puntiagudos, semejan lanzas que resguardan la edificación cual si fuera una fortaleza protegida, que a la vez ofrece protección, con su imponencia, a la bella Estambul.
Conocida también como la mezquita "Sultanahmet" en honor al sultán que la hiciera construir a principios del siglo XVII, este punto sobresaliente en la ciudad turca en cuestión, se considera la última construcción de arquitectura clásica otomana que se levantara en la urbe, y su belleza atrae tantos visitantes hoy por hoy, que en cierta forma el aire de religiosidad y de recogimiento propio de una mezquita, se ha perdido, aunque el permiso para la entrada no ha significado que las personas puedan ingresar sin observar, al menos, la regla de quitarse los zapatos y dejarlos a la entrada, o que las mujeres sean admitidas sin cubrirse el cabello con algún tipo de tela.

 

 

Estambul

Así se guarda algo del sentimiento religioso islámico de respeto al templo erigido con el fin de acoger a los hombres para la oración. La habitación destinada a la plegaria de las mujeres está enrejada y es inaccesible, algo común en todas las mezquitas del mundo islámico, si es que cuentan con espacio para la oración de ellas, cosa por demás rara.


El amplio espacio interior donde se ora cinco veces al día, una vez que el muecín ha convocado con su canto, está enteramente cubierto por una alfombra y en su entrada, destaca un panel de mármol con inscripciones del Corán, así como varias ventanas que dejan pasar rayos de luz natural.


Como toda mezquita, este espacio de oración está completamente desprovisto de imágenes -el Islam no es idólatra- pero sí destaca la lámpara de cristales que cuelga del domo bajo el cual fue construida esta área del templo musulmán. Los únicos elementos interiores son puestos con fines funcionales, así lo es la plataforma sobre la que se ubica el muecín para llamar a la oración y, asimismo, lo son los diseños que adornan el domo, las columnas y algunas paredes, pues se trata de extractos del libro sagrado ya mencionado, a fin de recordar a los fieles el propósito de la oración, un pilar de la religión del profeta Mahoma.

 

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El púlpito destaca por los materiales usados en su elaboración: está hecho de madera tallada combinada con nácar, con efecto de delicadeza y elegancia extremas.


Una puerta da a un gran patio interior y éste a su vez desemboca en una sala real que cuenta con una rampa hacia el exterior con vista al Bósforo.


El adjetivo "azul" fue dado a la mezquita Sultanahmet debido a que las galerías interiores de la edificación están cubiertas de numerosos azulejos (llamados de Kütahya) y en los que predomina el azul sobre verdes y turquesas. Sin embargo, abundan también los motivos pintados en dorado.


El vocablo "mezquita" viene del árabe "masgid", que significa "lugar de prosternación", actitud física que caracteriza el momento más importante de la oración musulmana y que, al realizarse en tal escenario, da la impresión de una reverencia hecha al templo mismo por su magnificencia y colosal tamaño, pero sobre todo por su belleza estética y perfección geométrica, aspectos ambos que han inspirado más de un texto literario.


Como muestra, evoco unos cuantos versos que refuerzan lo dicho en este artículo, escritos por el poeta contemporáneo español José Lupiáñez:

camino descalzo por el mar de alfombras de la Mezquita Azul...
La mañana se filtra a través de las alegres vidrieras que inventan
otra luz, otro modo de ser del día; otra manera de ser de la luz, .
Azulejos de ensueño, de verdes y de azules, con el brillo de siglos
y de gemas cautivas, componen ese cosmos de geometría o locura

Parafraseo: la locura en la mezquita es estética.

 

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