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Una joven cuencana que nació con la vocación por la música y el ritmo ha convertido la afición en una actividad de rendimiento profesional y de interés pedagógico
Desde la infancia, Valeria Figueroa se inclinó por el baile como la afición predilecta. Ahora, a los 22 años, es una bailarina profesional que dirige la Escuela Nigma, de danza árabe y modelaje.
Lo que más le satisface es la sensualidad y elegancia de la danza árabe, que le fascinó a los 14 años, cuando cursaba estudios en el colegio de las oblatas de Cuenca. Precisamente, la práctica de este arte, considerado deshonesto para las religiosas conventuales que regentaban el plantel, le obligó a cambiarse a otro colegio en el quinto curso para concluir el bachillerato.
Casada con Damián Serrano, también bailarín, es madre de dos niñas, una de cuatro y otra de un año y medio, "que ya han empezado a demostrar sus aptitudes por el baile, porque nos heredaron", confiesa la joven esbelta cuyo cuerpo exhibe la perfección y armonía que da la cultura física.
Durante el embarazo, siguió terapias relacionados con el baile, que le permitieron comprobar las ventajas que ofrecen los movimientos rítmicos, al compás de la música, en tratamientos de salud.
También baila otros ritmos, pero nada le es mejor que la danza árabe, que además tiene efectos terapéuticos para el cuerpo y el espíritu. "Una hora de danza árabe equivale a 300 ejercicios abdominales, porque los movimientos se localizan en el vientre, la pelvis y las caderas, con posturas que dan a la persona confianza y sensualidad con resultados positivos en lo psicológico", asegura.
Casada con Damián Serrano, también bailarín, es madre de dos niñas, una de cuatro y otra de un año y medio, "que ya han empezado a demostrar sus aptitudes por el baile, porque nos heredaron", confiesa la joven esbelta cuyo cuerpo exhibe la perfección y armonía que da la cultura física.
Durante el embarazo, siguió terapias relacionados con el baile, que le permitieron comprobar las ventajas que ofrecen los movimientos rítmicos, al compás de la música, en tratamientos de salud.
También baila otros ritmos, pero nada le es mejor que la danza árabe, que además tiene efectos terapéuticos para el cuerpo y el espíritu. "Una hora de danza árabe equivale a 300 ejercicios abdominales, porque los movimientos se localizan en el vientre, la pelvis y las caderas, con posturas que dan a la persona confianza y sensualidad con resultados positivos en lo psicológico", asegura.
Ella lleva un año con su Escuela de Baile, donde recibe alumnos desde cinco años hasta adultos, pues este arte pueden practicarlo las personas de todas las edades. Es autodidacta, pero durante más de un año recibió clases de un maestro iraní, Padram Hussein, que se había radicado en Cuenca y enseñó a practicar a jóvenes amantes del arte.
Valeria y su esposo han conformado un conjunto escénico de coreografía y bailarines, que ofrece espectáculos en eventos de elección de reinas y para actuaciones públicas y privadas. En este mes de septiembre, participarán en el Festival Mundial del Banano, de la ciudad de Machala, con un espectáculo exclusivo.
La academia que dirige cuenta con más de 30 alumnos y las clases que dicta tienen que ver con bailoterapia, baile aeróbico, técnicas de baile, modelaje y danza árabe. "A través de la bailoterapia se practican rutinas divertidas con efectos positivos para combatir el estrés y el baile aeróbico fortalece los músculos a la vez que es un tratamiento para bajar de peso", comenta.
En sus planes está capacitarse para perfeccionar sus conocimientos, para lo cual ha previsto asistir a una academia de artes escénicas en la ciudad de Guayaquil. Ella y el esposo, que descubrieron muy temprano la vocación por el baile, son jóvenes felices de realizar lo que les gusta y, además, les sirve profesionalmente para encarar las responsabilidades de la vida. Su satisfacción se complementa con la enseñanza, pues compartir sus destrezas es una labor que les permite ser útiles a la juventud y les da gratificaciones espirituales que trascienden lo económico.
La academia que dirige cuenta con más de 30 alumnos y las clases que dicta tienen que ver con bailoterapia, baile aeróbico, técnicas de baile, modelaje y danza árabe. "A través de la bailoterapia se practican rutinas divertidas con efectos positivos para combatir el estrés y el baile aeróbico fortalece los músculos a la vez que es un tratamiento para bajar de peso", comenta.
En sus planes está capacitarse para perfeccionar sus conocimientos, para lo cual ha previsto asistir a una academia de artes escénicas en la ciudad de Guayaquil. Ella y el esposo, que descubrieron muy temprano la vocación por el baile, son jóvenes felices de realizar lo que les gusta y, además, les sirve profesionalmente para encarar las responsabilidades de la vida. Su satisfacción se complementa con la enseñanza, pues compartir sus destrezas es una labor que les permite ser útiles a la juventud y les da gratificaciones espirituales que trascienden lo económico.