Los vehículos motorizados atraviesan raudos por parajes otrora inaccesibles y los usuarios generalmente ignoran las peripecias que antecedieron a la construcción de las carreteras y las dificultades de su ejecución
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Testimonios de la riesgosa aventura motorizada por los caminos de herradura. Abajo, el retorno triunfal por las calles de Cuenca |
En octubre de 1969 se polarizaron en Cuenca las discusiones sobre la posibilidad de la vía Cuenca-Molleturo-Naranjal, atravesando las temidas alturas de El Cajas, obra iniciada por el Presidente García Moreno un siglo atrás, en 1869.
Los choferes exigían la carretera para evitar el paso por Cañar en el viaje al norte del país y a la costa, pues los paros y cierres provocados con frecuencia por los habitantes de esa provincia se habían tornado molestia insoportable, con grandes pérdidas económicas.
El cura de Molleturo, Roberto Samaniego, interesó a un grupo de choferes para promover acciones orientadas a impulsar el proyecto, conveniente también por acortar en 60 kilómetros el recorrido por la provincia del Cañar, para llegar a Guayaquil.
Los choferes azuayos estaban divididos sobre esta vía y el Secretario General del Sindicato, Aurelio Roldán, no tuvo interés alguno, influido por las versiones de quienes creían que era técnicamente imposible abrir una carretera por las montañas de piedra pura, de alturas cercanas a los cuatro mil metros de la Cordillera Occidental.
Raúl Pérez Valladares, miembro del directorio del Sindicato de Choferes que participó en el viaje, fuente de la información del presente reportaje. |
El Secretario de Conflictos del Sindicato, Raúl Pérez Valladares, se empeñó en el proyecto, pues dirigía la empresa de buses San Sebastián, que llegaba a Sayausí y a más de servir a los pasajeros, acarreaba leña extraída de las alturas próximas, para el consumo en la ciudad de Cuenca, donde aún era usual ese combustible.
En 1968 el doctor José María Velasco Ibarra había asumido su última Presidencia y una de sus propuestas fue impulsar el Tercer Plan Vial. Entonces mandó al Ministro de Obras Públicas, Miguel Salem Dibo, para que auscultara el criterio de los choferes azuayos sobre una obra fundamental para atender a esta provincia. Y no fue otra que la Cuenca-Molleturo-Naranjal.
El debate sobre la factibilidad y conveniencia de esta carretera se reactivó entonces, por lo que los choferes decidieron hacer una demostración irrebatible de la factibilidad de la obra: llevar un carro de Cuenca a Molleturo y a Naranjal.
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Autoridades invitadas por el Presidente Velasco para firmar en Quito el contrato para la vía Cuenca-Molleturo-Naranjal, el 31 de octubre de 1969. |
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Delegación azuaya con el Presidente. Aparecen el Alcalde Ricardo Muñoz; el Gobernador Tomás Toral y, el Arzobispo Manuel Serrano Abad. |
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En la audiencia presidencial, Luis Lupercio, el Diputado Alejandro Vega, José Cardoso, Director de Ondas Azuayas y el Prefecto Severo Espinosa. Todos están muertos. |
El Prefecto Severo Espinosa, el Alcalde Ricardo Muñoz, la fábrica de llantas ERCO, el club de andinismo Nuevos Horizontes, se sumaron a la iniciativa, con el cura de Molleturo y todos los pobladores de esa parroquia distante más de 70 kilómetros de Cuenca, entusiasmados ante la posibilidad de que algún día se abriera la carretera, una obra ambicionada, espectacular e increíble.
El 19 de octubre de 1969 salió desde el parque Calderón, de Cuenca, un jeep Land Rover prestado por la fábrica de llantas, para el raid a Moleturo, en medio de una multitud que atestiguó el desafío. Un ingeniero de apellido Andino apostó cien mil sucres con el Club Deportivo Choferes, en presencia de las autoridades y el público, que el vehículo no llegaría a Molleturo.
La aventura fue seguida paso a paso por el público, a través de la Radio Popular Independiente, que se enlazaba permanentemente con los directivos del proyecto, portadores de equipos de comunicación prestados por la Zona Militar.
En la primera jornada se llegó a Quínoas a las ocho de la noche, donde el párroco Samaniego ofició una misa de acción de gracias con la asistencia de 400 "molleturos" que se sumaron al raid con machetes, tablones, palas, cables y las herramientas para abrirle paso a la máquina motorizada cuyo rugido estremecía las montañas virginales.
En el segundo día se llegó a Zamboloma y en el tercero a Molleturo. El vehículo fue levantado en tramos en tablones sobre los hombros de los "molleturos", haciendo puentes móviles por la ruta iniciada por el Presidente García Moreno un siglo antes. Los habitantes de la parroquia deliraban de entusiasmo viendo por primera vez un carro rodando por la plaza del pueblo y el párroco no se cansaba de hacerles pasear en él a los feligreses más antiguos gozosos de presenciar una nueva era en la vida del lugar.
Lo que quedaba hasta Naranjal era más fácil, a través de una trocha abierta por el empresario Antonio Granda Centeno para explotar una mina de minerales. Tras un día de descanso en Molleturo, el viaje continuó hacia Agua Rica y a Botijapaqui, junto al río Pescado, límite entre Azuay y Guayas, donde los viajeros se sorprendieron de encontrarle, esperándolos, al Prefecto Severo Espinosa, una de las autoridades más entusiastas por la obra vial.L
La Municipalidad de Naranjal recibió a los miembros del raid con el parque Calderón, la multitud celebró el acontecimiento.
Meses después, Velasco Ibarra mandó el avión presidencial para que llevara a las autoridades de Cuenca y a los dirigentes del raid a Quito, para que presenciaran la suscripción del contrato para la construcción de la carretera Cuenca-Molleturo-Naranjal, con la compañía Monolítica.
Lo que ocurrió luego fue acaso la etapa más difícil para que se hiciera realidad la obra vial. La Monolítica inició los movimientos de tierra hasta Quínoas, destruyó el puente de Sayausí, y abandonó los trabajos. Cuando en 1972 fue depuesto el Presidente Velasco, quedaron suspendidos definitivamente los trabajos y los recursos se los desvió a otra obra vial del país. Hubo autoridades de Cuenca que congratulándose con la dictadura militar, apoyaron la suspensión de la vía, aduciendo razones técnicas y porque sería un desperdicio de recursos.
En 1984, en la campaña por la Presidencia, el candidato León Febres Cordero juró por Dios y por la Patria que en su administración construiría una autopista de Cuenca a Molleturo y Naranjal, pero ganó la presidencia y terminó su mandato sin hacer la vía. Al fin, en el gobierno de Rodrigo Borja (1988-1992) fue contratada y construida la carretera que, con permanentes interrupciones por los derrumbes y falta de mantenimiento, es una realidad que evoca una centenaria aspiración de los azuayos de contar con una vía a la costa sin pasar por la provincia del Cañar.
Actualmente, la carretera está en reconstrucción, con pavimento rígido, a fin de que tenga una estabilidad de al menos 20 años en el futuro. Muchos de los fervorosos participantes del raid histórico han fallecido, otros están viejos, y recuerdan con entusiasmo la peripecia que, de todas maneras, fue un empujón importante para realizar una aspiración colectiva de los habitantes del Austro.
Raúl Pérez Valladares, que después sería varias veces Presidente del Sindicato de Choferes €“fuente del presente recuento periodístico-, recuerda que el ingeniero Andino pagó cumplidamente aquella apuesta y con los cien mil sucres se levantó el complejo del Club Deportivo Choferes, en un terreno con el que la Municipalidad premió al Club por semejante hazaña.