Por Alba Luz Mora

 

Alba Luz Mora
Las que se fundaron a comienzos del siglo XX en pocas ciudades del país, tenían cuadros dirigentes y docentes de primera categoría. Las autoridades conservaban hegemonía y respeto y los estudiantes un deseo de superarse y aprovechar la formación académica
La organización de las universidades en el Ecuador y la calidad de su enseñanza es preocupación primordial de los ecuatorianos. Porque al crecer significativamente la población estudiantil y   multiplicarse la demanda juvenil por seguir carreras provechosas, quienes han tenido en sus manos la organización del sistema y sus órganos de regulación y control no se han puesto a la altura de las circunstancias. Han dejado que las instituciones sigan espontáneamente su camino, con una repetitiva oferta de profesiones tradicionales, sin control de la calidad de enseñanza ni de la titularización, sin advertir la necesidad de diversificarlas y adecuarlas al tipo de desarrollo de nuestro país.
Las universidades estatales y laicas que se fundaron a comienzos del siglo XX en pocas ciudades del país, tenían cuadros dirigentes y docentes de primera categoría. Las autoridades conservaban esa hegemonía y respeto necesario y los estudiantes un deseo de superarse y aprovechar la formación académica. Los exámenes de ingreso, la exigencia en el estudio y las pruebas periódicas demandaban toda la capacidad e interés de los alumnos .Existía ese pundonor y espíritu de sana competencia tan importantes para elevar el nivel de estudio superiores. A partir de los años 60 se sumaron las universidades particulares.
 
Proliferaron las carreras sin ningún control del CONESUP,la calidad de la docencia decayó lastimosamente y la mediocridad de los profesionales fue innegable.
Por eso la Constitución actual trata de que las autoridades universitarias no sean al mismo tiempo juez y parte, es decir,   miembros del Concejo de Evaluación y Acreditación de la Educación Superior (CONAE) y dirigentes, para que haya equilibrio en las resoluciones. Que se realicen los procesos de auto- evaluación y evaluación interna de cada universidad   para superar la mediocridad, evitar las repetitivas ofertas de estudio, regular el número de carreras por institución y evitar la indiscriminada creación de "extensiones". (Se dice que muchas universidades tienen cinco y diez centros de apoyo sin aprobación...Imparten clases, otorgan títulos...La clausurada Universidad de Colombia era un ejemplo). La Constitución también obliga que cada 5 años todas las universidades vuelvan a acreditarse, es decir, aprobar las carreras y los programas y con el examen final medirían los resultados. Si queremos tener una educación superior óptima, profesionales bien formados con trabajo seguro en el mercado, debemos apoyar y acatar las actuales disposiciones constitucionales.

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