Por Yolanda Reinoso
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En pleno centro de la bella ciudad holandesa, rodeado de esos encantadores canales y de gente que pasea a pie o en sus bicicletas por las calles empedradas, se encuentra el curioso Museo del Hachís, la Mariguana y el Cáñamo, tres materias derivadas de la misma planta, a saber, la llamada "cannabis".
Confieso que entré al museo con la idea fija de descubrir su uso a través de la historia como droga, pues ésta es la reputación mejor ganada de la planta en cuestión, pero adentro descubrí que los usos son tan variados como desconocidos. En principio, el museo se concentra en la industria del cáñamo y en su papel preponderante en la navegación y la pesca, pues con éste se fabricaban cuerdas, redes y velas porque el agua salada no lo carcome de inmediato.
El museo muestra las diferencias físicas entre la Cannabis Sativa, de origen ecuatorial y la Cannabis Ándica, de Asia y del sub-continente indio. Su utilidad en la construcción de cabañas y en productos cosméticos y carteras no es menos amplia.
El uso medicinal de la mariguana, tanto en el tratamiento del dolor como en la curación de afecciones cutáneas y otras, es tan variado como la cultura en la que se ha desarrollado cada ungüento, jarabe, crema, píldora, etc. El museo es muy informativo en este sentido: no escatima en rótulos que recopilan la mayor cantidad de datos históricos posible así como rasgos sociales que han influido en su aceptación. Como consecuencia inevitable, cuenta con una preciosa colección de afiches, folletos y hasta obras de arte pictórico de varios países, cuyo tema central es la planta y su estética apariencia e intenso color verde. Un dato por demás interesante es el expuesto en el museo a través de la muestra de lienzos hechos de esta fibra, y cuyo nombre en inglés es "canvas", derivado directo del nombre científico "cannabis".
Otra colección notable del museo es la que expone distintos vestuarios (incluyendo los primeros "jeans"), hechos de la fibra, así como la explotación de su pulpa en la industria papelera mundial.
La visita al museo exige una lectura constante de imágenes y textos que, sólo al final, conducen al procesamiento y la utilidad como droga. Vale recalcar que los anteriores usos provienen del tallo, las ramas, las raíces y las semillas, que además tienen un alto valor proteínico, mientras que la droga como tal se procesa a partir de las hojas y las flores. Su uso por parte de soldados mexicanos en los años 30 implicó una serie de escándalos que, más tarde, llevaron a que se declare ilegal fumarla o procesarla para el consumo con el fin de inducir al cuerpo y la mente a un estado distinto al habitual. En este punto, el museo posee fotografías del uso de la mariguana durante la revolución "hippie" de los 60 en EEUU, y una colección de pipas que incluye varias piezas que son verdaderas obras de arte por lo elaborado de su diseño y el trabajo intelectual implícito.
Una propuesta final, muy válida del museo, tiene que ver con la posibilidad de elaborar combustible a partir de la quema de su pulpa y de la extracción de aceites esenciales contenidos en la semilla, a fin de sustituir no sólo la dependencia del petróleo por la masificación en el acceso a este nuevo combustible, sino además de disminuir la contaminación ambiental dado que, resultado así obtenido, de acuerdo con las pruebas hechas, sería muy bajo en emisiones de carbón y otros contaminantes propios del uso de la gasolina.
Resulta imposible enumerar los descubrimientos que uno hace cuando explora este museo en Ámsterdam o describir cuánto uno se sorprende aprendiendo sobre cosas que a menudo tenemos a nuestro alcance y, cuyo origen, ignoramos. La hoja de mariguana, usada con frecuencia por los artesanos de joyas de fantasía, que ubican sus bellos trabajos en la plazoleta Santa Ana, es un símbolo de juventud y de una cierta actitud "hippie" que usa la imagen de una planta que nos es harto desconocida.
Confieso que entré al museo con la idea fija de descubrir su uso a través de la historia como droga, pues ésta es la reputación mejor ganada de la planta en cuestión, pero adentro descubrí que los usos son tan variados como desconocidos. En principio, el museo se concentra en la industria del cáñamo y en su papel preponderante en la navegación y la pesca, pues con éste se fabricaban cuerdas, redes y velas porque el agua salada no lo carcome de inmediato.
El museo muestra las diferencias físicas entre la Cannabis Sativa, de origen ecuatorial y la Cannabis Ándica, de Asia y del sub-continente indio. Su utilidad en la construcción de cabañas y en productos cosméticos y carteras no es menos amplia.
El uso medicinal de la mariguana, tanto en el tratamiento del dolor como en la curación de afecciones cutáneas y otras, es tan variado como la cultura en la que se ha desarrollado cada ungüento, jarabe, crema, píldora, etc. El museo es muy informativo en este sentido: no escatima en rótulos que recopilan la mayor cantidad de datos históricos posible así como rasgos sociales que han influido en su aceptación. Como consecuencia inevitable, cuenta con una preciosa colección de afiches, folletos y hasta obras de arte pictórico de varios países, cuyo tema central es la planta y su estética apariencia e intenso color verde. Un dato por demás interesante es el expuesto en el museo a través de la muestra de lienzos hechos de esta fibra, y cuyo nombre en inglés es "canvas", derivado directo del nombre científico "cannabis".
Otra colección notable del museo es la que expone distintos vestuarios (incluyendo los primeros "jeans"), hechos de la fibra, así como la explotación de su pulpa en la industria papelera mundial.
La visita al museo exige una lectura constante de imágenes y textos que, sólo al final, conducen al procesamiento y la utilidad como droga. Vale recalcar que los anteriores usos provienen del tallo, las ramas, las raíces y las semillas, que además tienen un alto valor proteínico, mientras que la droga como tal se procesa a partir de las hojas y las flores. Su uso por parte de soldados mexicanos en los años 30 implicó una serie de escándalos que, más tarde, llevaron a que se declare ilegal fumarla o procesarla para el consumo con el fin de inducir al cuerpo y la mente a un estado distinto al habitual. En este punto, el museo posee fotografías del uso de la mariguana durante la revolución "hippie" de los 60 en EEUU, y una colección de pipas que incluye varias piezas que son verdaderas obras de arte por lo elaborado de su diseño y el trabajo intelectual implícito.
Una propuesta final, muy válida del museo, tiene que ver con la posibilidad de elaborar combustible a partir de la quema de su pulpa y de la extracción de aceites esenciales contenidos en la semilla, a fin de sustituir no sólo la dependencia del petróleo por la masificación en el acceso a este nuevo combustible, sino además de disminuir la contaminación ambiental dado que, resultado así obtenido, de acuerdo con las pruebas hechas, sería muy bajo en emisiones de carbón y otros contaminantes propios del uso de la gasolina.
Resulta imposible enumerar los descubrimientos que uno hace cuando explora este museo en Ámsterdam o describir cuánto uno se sorprende aprendiendo sobre cosas que a menudo tenemos a nuestro alcance y, cuyo origen, ignoramos. La hoja de mariguana, usada con frecuencia por los artesanos de joyas de fantasía, que ubican sus bellos trabajos en la plazoleta Santa Ana, es un símbolo de juventud y de una cierta actitud "hippie" que usa la imagen de una planta que nos es harto desconocida.