Por Julio Carpio Vintimilla

 

Julio Carpio Vintimilla

Una inesperada y positiva revolución lingüística? Respondamos con otra pregunta: ¿Le cabe alguna duda? Finalmente, unas palabras para quienes podrían inquietarse por el proceso en marcha. El camino que inauguran los diccionarios nacionales conduce al auténtico robustecimiento y a la verdadera consolidación del idioma español

 

Imaginemos que hubiera un diccionario de uso del español ecuatoriano. En él, podríamos hacer la consulta siguiente:
Pana. 1. Inf. n. Amigo. E.u.: ¡Ya llegaron mis panas!
2. Inf. n. Amigo íntimo, compinche. E.u.: Ese taxista es pana de mi viejo.
3. n. Una tela de algodón gruesa, de aspecto algo brillante y textura exterior lisa o acordonada. Sin. Corduroy.
Nota a.- La palabra (en 1 y 2) se origina, probablemente, en la voz inglesa partner, socio. (De pronunciación aproximada. Fue españolizada y usada inicialmente por los portorriqueños de Nueva York) Acepción 3, del francés panne.
Nota b.- Panamá, panagra, panal, panela y similares. En la clase popular costeña y en ciertos grupos juveniles, estas palabras se usan indistintamente como sinónimos de pana. E.u., enfático: ¡No sea tan gil, mi panela! (Fin de la entrada.)
 
 diccionario
 El camino que inauguran los diccionarios nacionales conduce al auténtico robustecimiento y a la verdadera consolidación del idioma español. Estas obras registrarán, adecuadamente, la gran variedad de la naturaleza física y de las condiciones culturales de los países que hablan nuestra lengua
Ahora, haga usted la misma consulta en el Diccionario de la Real Academia Española (DRAE). Nuestro principal significado consta sólo como una cuarta acepción del vocablo; detrás de una tercera muy rara (el fruto del árbol del pan.) Pana en el DRAE: (Ecuad. P. Rico y Ven. Com. Amigo, camarada, compinche.) El diccionario de María Moliner (edición abreviada) es más lacónico todavía: (Ec., P. Rico, Ven. Inf. Amigo.) (Acierta en señalar su uso informal.) Bueno, ¿es lo último adecuado y suficiente para un hablante ecuatoriano? No, desde luego. Pero, a esta altura, seamos razonables y consideremos bien el asunto: ¿Se le puede pedir al DRAE €“ que es legítima y principalmente un diccionario del español peninsular €“ que entre en los detalles de nuestros particulares usos lingüísticos? Igualmente, no. Entonces, ¿debemos hacer nosotros un diccionario de la variedad ecuatoriana del español, un diccionario nacional? Respuesta: Sí, definitivamente. Es una necesidad y una obligación. Ya era hora de que se nos ocurriera. ¿Hace falta argumentar mucho al respecto? No lo creemos. La evidencia implícita €“ dada por los miles y miles de vocablos mal contenidos en el DRAE --   es demasiado obvia y amplia.   Sigamos nomás.
Hemos dicho un diccionario nacional. Bien, los diccionarios nacionales ya existen. El primero de ellos €“ como hemos señalado arriba €“ podría ser perfectamente el viejo y prestigioso DRAE. (Diccionario del español de España por su origen, por su espíritu y por sus limitaciones; generosa, desmañada y difícilmente panhispánico.) El segundo sería el   Diccionario del Español Usual en México. (Publicado en l996. Tenemos la referencia, pero, lamentablemente, no lo conocemos.) Y, ahora, está en nuestras manos una obra grande, seria y muy notable: el DIAE (Diccionario Integral del Español de la Argentina, editor-coordinador Federico Plager, Ed. Voz Activa, primera edición, Buenos Aires, 2008, l927 pgs.) Aquí vemos bien registrado el grueso de la lengua rioplatense (la argentina y, por añadidura, la muy similar de los tres millones de uruguayos). (Más de 40.000 palabras, más de 80.000 acepciones, más de 90.000 ejemplos de uso, miles de notas, etc.) Aquí, por ejemplo, si usted busca la palabra pollera, la encontrará, primero, con una definición; y, luego, con el sinónimo aproximado de falda. (Lo más natural y esperable para un hablante argentino; quien no llama pollera a una criadora de pollos; ni pollero, al traficante de inmigrantes ilegales a los Estados Unidos Ver el DRAE.) ¿Habrá que decir que el DIAE es, localmente, muy superior al DRAE? No hace falta. Se lo puede suponer. Sí hay que decir, en cambio, expresamente, que el DIAE complementa y expande al DRAE. Y hay que añadir, también, que el DIAE es una obra hecha con criterios científicos y técnicos contemporáneos. Y que es muy actual y vigente. (La amplísima documentación de textos y grabaciones €“ salvo los literarios €“ recoge el habla argentina corriente en los últimos veinte años.) ¿Un trabajo pionero? Sí, junto con el anterior mexicano. Cabe esperar que sigan otros diccionarios nacionales. Confiemos en ello.
 Y vayamos más adelante. Hay algo sorprendente con estos nuevos diccionarios. Parece que traerán una larga e importantísima serie de consecuencias para el ámbito académico del idioma español. Aventuremos unas pocas. (1) Ya no hará ninguna falta el engorroso, rutinario e ineficaz proceso de incorporar voces nacionales al DRAE. Los autores de cada diccionario nacional tendrán a su cargo €“ en forma rápida, oportuna y pertinente €“ la tarea de selección, incorporación o eliminación léxica. (2) La tarea principal de las academias nacionales sería elaborar el respectivo diccionario; o, al menos, cooperar en su elaboración. (Aparte, por supuesto, de otras tareas de investigación o difusión.) (3) España debería constituir su academia nacional. Y perfeccionar €“ a base del DRAE podría ser €“ su propio diccionario peninsular. (4) Sobre todo, la Real Academia de la Lengua Española debería transformarse por completo. Podría constituirse con los directores de las academias nacionales y los mejores escritores y especialistas de la lengua. Y su tarea principal sería elaborar y actualizar €“ partiendo de los diccionarios nacionales €“ el gran diccionario común, general y culto del idioma español. (Aparte de encargarse de la normativa general del idioma y de las reformas; cuando éstas últimas resulten necesarias.)
¿Qué le parece? ¿Una inesperada y positiva revolución lingüística? Respondamos con otra pregunta: ¿Le cabe alguna duda? Finalmente, unas palabras para quienes podrían inquietarse por el proceso en marcha. El camino que inauguran los diccionarios nacionales conduce al auténtico robustecimiento y a la verdadera consolidación del idioma español. Estas obras registrarán, adecuadamente, la gran variedad de la naturaleza física y de las condiciones culturales de los países que hablan nuestra lengua. Recogerán, efectivamente, las voces de toda La Raza (el Mundo Hispánico). Y serán €“ dándole un nuevo sentido a las expresivas palabras del poeta argentino Leonardo Tejada Gómez €“ la suma de todas nuestras voces, todas        

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