El deporte se había constituido en una de las expresiones culturales de mayor relieve de Cuenca desde la década de los años ochenta del siglo pasado, gracias a las iniciativas más que del Estado, de dirigentes visionarios de la Federación Deportiva del Azuay.
Es penoso, por ello, que la prestigiosa institución con más de ochenta años de experiencia y un acumulado prestigio nacional e internacional, haya entrado en crisis administrativa y, en consecuencia, sufran las consecuencias los dirigentes de diversas disciplinas y los deportistas que las practican.
Por sobre los intereses particulares de dirigentes que pugnan por mantener su liderazgo, está el bienestar y la tranquilidad que se necesita en el ambiente deportivo, a fin de que quienes lo practican en cualquiera de sus expresiones, cuenten con las condiciones físicas y sicológicas apropiadas para sus entrenamientos y competiciones.
Es absurdo que en un sector en el que se pregona la mente y el cuerpo sanos, el juego limpio, la disciplina y los valores más nobles de la condición humana, haya dirigentes que den ejemplo de mala conducta a la juventud a la que deben obligadamente encarrilarla por los mejores senderos de la preparación para las lides no solo deportivas, sino de la vida.
Por más de dos décadas Cuenca ha brillado en el país y el mundo más que por los méritos de sus líderes políticos, literatos y empresarios, por sus deportistas. Bien se ha dicho desde cuando en 1998 se realizaron en esta ciudad los Juegos Deportivos Suramericanos, que la otrora "Atenas del Ecuador", al finalizar el siglo XX, se había transformado en la "Olimpia del Ecuador".
Cuando recientemente escandalizó al país la noticia de autoridades del Ministerio del Deporte involucradas en hechos dolosos, se avizoró que en el área deportiva del país podían estarse produciendo situaciones que ameritaban la intervención rigurosa de los organismos de control y de la administración de Justicia. Ahora, al producirse un problema que afecta a una prestigiosa institución deportiva del Azuay, debe también exigirse similares procedimientos, para ojalá demostrar que, en el fondo del conflicto, no hay elementos que pongan dudas sobre la administración y funcionamiento de una entidad a cuyo cargo están todos los escenarios deportivos de Cuenca y, sobre todo, la suerte de los deportistas y del deporte local, provincial y en mucho, nacional.
Es penoso, por ello, que la prestigiosa institución con más de ochenta años de experiencia y un acumulado prestigio nacional e internacional, haya entrado en crisis administrativa y, en consecuencia, sufran las consecuencias los dirigentes de diversas disciplinas y los deportistas que las practican.
Por sobre los intereses particulares de dirigentes que pugnan por mantener su liderazgo, está el bienestar y la tranquilidad que se necesita en el ambiente deportivo, a fin de que quienes lo practican en cualquiera de sus expresiones, cuenten con las condiciones físicas y sicológicas apropiadas para sus entrenamientos y competiciones.
Es absurdo que en un sector en el que se pregona la mente y el cuerpo sanos, el juego limpio, la disciplina y los valores más nobles de la condición humana, haya dirigentes que den ejemplo de mala conducta a la juventud a la que deben obligadamente encarrilarla por los mejores senderos de la preparación para las lides no solo deportivas, sino de la vida.
Por más de dos décadas Cuenca ha brillado en el país y el mundo más que por los méritos de sus líderes políticos, literatos y empresarios, por sus deportistas. Bien se ha dicho desde cuando en 1998 se realizaron en esta ciudad los Juegos Deportivos Suramericanos, que la otrora "Atenas del Ecuador", al finalizar el siglo XX, se había transformado en la "Olimpia del Ecuador".
Cuando recientemente escandalizó al país la noticia de autoridades del Ministerio del Deporte involucradas en hechos dolosos, se avizoró que en el área deportiva del país podían estarse produciendo situaciones que ameritaban la intervención rigurosa de los organismos de control y de la administración de Justicia. Ahora, al producirse un problema que afecta a una prestigiosa institución deportiva del Azuay, debe también exigirse similares procedimientos, para ojalá demostrar que, en el fondo del conflicto, no hay elementos que pongan dudas sobre la administración y funcionamiento de una entidad a cuyo cargo están todos los escenarios deportivos de Cuenca y, sobre todo, la suerte de los deportistas y del deporte local, provincial y en mucho, nacional.