Por Eugenio Lloret Orellana

 

Eugenio Lloret

Fue un cristiano anticlerical. En la hora de su muerte, rechazó la visita de un sacerdote, diciendo:   "No. Yo no creo en la confesión. Estoy en paz con mi razón y con mi conciencia; puedo comparecer tranquilo ante Dios".

Intentar seguir las peripecias del pensamiento montalvino en   torno a su idea de Dios, no es tarea fácil, porque en su pensamiento la idea de Dios se nos da como algo que no ocupa en modo alguno posición de primer orden.
No se quiere decir con esto que Juan Montalvo, ignore a Dios, pero sí que le profesa un culto muy particular, como particular es la concepción que de Dios tiene en sus escritos.
Siendo que Montalvo es uno de los más originales estilistas de la lengua castellana que ha ejercido gran influencia en el pensamiento literario actual, aun cuando su quehacer filosófico apenas sí ha comenzado a valorarse, es preciso que tratemos de aproximarnos a él, y hagamos un esfuerzo por averiguar las ideas de Montalvo en cuanto a Dios y para ello nos valemos de sus propias palabras y voz interior.
Montalvo fue un cristiano anticlerical. En la hora de su muerte, rechazó la visita de un sacerdote, diciendo:   "No. Yo no creo en la confesión. Estoy en paz con mi razón y con mi conciencia; puedo comparecer tranquilo ante Dios".
Doña Emilia Pardo Basán lo tildó de   " alma religiosa y pensamiento heterodoxo". Gustó tanto a Montalvo esta definición que, casi en seguida, responde a su admiradora. "   Sí yo hubiera acertado a calificarme a mi gusto, no hubiera hallado expresión más verdadera y expresiva:   mi alma está llena de Dios, de inmortalidad, de gloria eterna. Unos católicos me llaman " impío " otros " malvado ", solamente la autora de la Vida de San Francisco ha dado en la cabeza del clavo: alma religiosa y pensamiento heterodoxo ".
Analicemos un poco más el problema religioso en Montalvo. Para mi, fue un protestante en cuyo corazón ardía la rebeldía del Apóstol Pablo y de Lutero. Montalvo fue un enamorado de Dios, de Cristo y de la Biblia. A su amiga Emilia Pardo le confiesa:   "   Mi alma está llena de Dios ". Después agrega: " Qué satisfacción hablar con Dios en la soledad, huido de los

 hombres, mal calificado por ellos, pero titulado, condecorado por el Soberano de los cielos ". En otra ocasión agregó: "   Me confesaré con Dios omnipotente y misericordioso . La muerte que le pido, Dios me la ha de dar: muerte de filósofo cristiano, sin duda ni temores creyendo en El y no en las patrañas de sus difamadores, alabando sus obras y no maldiciendo los de los hombres ".
En las siguientes palabras, Montalvo muestra su admiración por Cristo.   "Sí yo hubiera vivido en los tiempos de Cristo, lo habría seguido, habría sido uno de sus discípulos, y no el que le jugó la corta herencia, sino uno de los fieles, de los buenos . Tan real, tan profundo es el amor que siento por El, me embelesa tanto su historia, que la sigo todos los años, desde Belén hasta el Calvario ".
Montalvo dijo:   " La Biblia lo sé de memoria ". Es así que de una versión inglesa de la Biblia, tradujo al castellano el Salmo 23. " Mi pastor es mi Dios, en El confío/ Nada me falta si de Dios me fío "
" Tracé con el dedo estos versos en la arena húmeda y tersa de un río, - dice Montalvo €“ otro día fui a buscarlos. Allí estaban las palabras del profeta fácilmente legibles. Me las puse en la memoria; y como ni noche ni mañana he dejado de repetirlos desde entonces, a ellos les debo sin duda el pan de siete años de destierro y olvido. Los que quieren estar a salvo del hombre, repitan de corazón los versos de David ".
En todo y por todo €“ repetimos €“ fue Juan Montalvo un cristiano de marcados perfiles protestantes. Su amor a Dios, su amor a Cristo, y su dedicación al estudio de la Biblia, la presentan como un filósofo evangélico que vive sus credos.
Al fin de su existencia, se vistió de frac y pronunciando el perdón para sus enemigos €“ "   Ni Dios ni los hombres me han faltado " €“ y recitando el Salmo del Pastor, bajó al corazón de la tierra el cuerpo del hombre que enriqueció la lengua de Castilla, el Maestro de maestros, el azote de tiranos y de fanatismos sectarios.

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