Por Alba Luz Mora

 

Alba Luz Mora
El premio crea problemas inmediatos cuando la Casa Blanca deberá tomar importantes decisiones sobre Afganistán. Según el testamento del magnate sueco Alfred Nobel, el premio debería ser para la persona que haya hecho más por la paz y Obama es un Presidente en tiempos de guerra
El premio Nóbel de la Paz 2009 fue adjudicado al Presidente de los Estados Unidos de América, Barak Obama, y la sorpresa cundió en los círculos sociales, políticos e intelectuales de los distintos continentes. Nadie sospechó el veredicto que los integrantes de la Academia Sueca se habían reservado entre posibles candidatos que tampoco conocimos.
Para quienes hemos seguido muy atentos la conducta del Mandatario, es un hombre que desde el primer día del mandato cuidó mucho de la imagen que ofrecía, de los pronunciamientos hechos y sobre todo, de sintetizar claramente el plan de trabajo de su Gobierno, cuya parte importante era conseguir el voto bipartidario del Congreso para aprobar la reforma al sistema del seguro médico; influir en Rusia, Irán y Corea del Norte contra el programa nuclear, flexibilizar la situación con Cuba y el bloqueo económico que sufre,   y patrocinar el estado Palestino. Nos ha conquistado la dignidad con que se conduce, los gestos que acompañan a sus discursos, la mirada limpia, franca y profunda de su rostro y su temperamento recio.
Sin embargo los propios norteamericanos lo han criticado, entre esos su rival republicano senador John Mcain, para quien el defecto sería "el haberse tornado en una celebridad" con intención de afectarlo en su popularidad.
Se cree también que el premio crea problemas inmediatos pues lo recibe cuando la Casa Blanca deberá tomar importantes decisiones sobre Afganistán. Según el testamento del magnate sueco Alfred Nobel, el premio debería ser para la persona que haya hecho más por la paz y Obama es un Presidente en tiempos de guerra, pues heredó un conflicto de 8 años y la confrontación sobre el peligro nuclear. Se mueve en arenas movedizas.
Con Latinoamérica nació la esperanza de un intercambio activo, que la región tuviese en el a un juez con visión más real y estrecha de sus problemas peculiares, que promueva el equilibrio entre naciones y líderes, priorice la política con los miles de migrantes que están en USA y la abstención de presiones o resoluciones drásticas. Abrir su política internacional con Cuba y que Guantánamo desparezca con su cadena de represiones.
El mundo espera mucho de Barak Obama. Son innegables su juventud, sólida formación y su talento. Representa el comienzo de la superación del problema racial en Estados Unidos y otras naciones, la nueva forma de ver a la sociedad en condiciones de igualdad y de promover un humanismo bien entendido. La visión demócrata renovada, objetiva, sensible, sin ningún complejo y con mucha personalidad.

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