Tadeo Torres, Tesorero Público del Azuay, puso en juego una mano del Presidente de la República y un brazo del Gobernador Carlos Ordóñez Lazo, hace 140 años
En diciembre de 1869, cuando iba de pagos a los trabajadores que construían la carretera Cuenca-Naranjal, los maleantes le cerraron el paso cuando cabalgaba por los caminos de Molleturo y tras propinarle una golpiza, le robaron las alforjas de dinero que, como de costumbre, lo llevaba sin más protección que la de los santos de sus devociones.
El personaje, hombre de prósperos negocios y afamada fortuna, gozaba de prestigio y respeto por su honradez y generosidad. Por ello, el episodio tuvo proporciones de escándalo en la ciudad donde no acontecían hechos especiales que llamaran la atención pública.
El Tribunal de Cuentas, ante el que denunció el asalto que casi le costó la vida, con el celo extremo de los custodios del erario, le sentenció a devolver los dos mil pesos que le fueron sustraídos y el Gobernador abogó para que se le exonerara del pago, pues consideró injusto castigar a una víctima.
Seguro de la amistad que mantenía con el Presidente García Moreno, el Gobernador le pidió un decreto que levantara la glosa a don Tadeo. "Si recomiendo este grave asunto es porque estoy penetrado de la justicia que tiene, pues sería monstruoso el que pague este empleado correcto tan ingente suma que le representaría más de cinco años del sueldo que percibe".
Cuando Ordóñez recibió la respuesta del Presidente, escrita con fecha 8 de enero de 1870, esperó ver el decreto atendiendo su pedido, pero se llevó una mayúscula sorpresa: "Deploro €“le decía- que uno de mis mejores amigos, colaborador de mi Gobierno, esté perdiendo la cabeza. Imaginarse Usted que pueda yo dar un Decreto exonerando de un alcance de cuentas dictado por un Tribunal y a favor de un desfalcador de fondos públicos. Esto no se propone. No devuelvo a usted su carta por no causarle ofensa, pero le pido solicitarme su devolución, porque no debe quedar en el Archivo de Gobierno propuesta tan escandalosa y es un documento que perjudicaría a su prestigio y hombría de bien públicamente reconocidos".
Aún más, García Moreno añadía: "Si Usted me pide el Decreto a favor de Torres, yo le pido y aún más, le ordeno que me lo mande con las seguridades necesarias a Quito, pues aquí hemos construido un Penal para el castigo a los que perjudican a la Hacienda Pública y para los perturbadores de la paz y el orden nacional, si acaso no fueran más bien al patíbulo. Prevengo por tanto a Usted el cumplimiento de la orden de remitirme al Tesorero Torres vigilado por una escolta y sepa finalmente que primero me dejo cortar la mano antes que firmar el Decreto que me ha solicitado. Es esta mi resolución".
El Gobernador Ordóñez Lazo se quedó atónito. Con fecha 15 del mismo mes, envió la renuncia del cargo con una carta contundente: "Yo deploro más el que su exagerada severidad y, perdone usted, hasta sus violencias, le hayan inducido a rechazar de plano mi petición tan justa a favor del Tesorero Torres. Tengo como S.E. el mismo concepto de que son sagrados los fondos del Estado, pero mi defendido no es un desfalcador sino que fue víctima de un atentado en el que el Gobierno perdió dos mil pesos y el funcionario pudo perder la vida.
"Como la documentación enviada de nada ha servido, ante la terquedad de su resolución no me cabe sino renunciar irrevocablemente la Gobernación del Azuay, para que sea otra persona quien cumpla con las órdenes impartidas. Si S.E. se dejaría cortar la mano antes que firmar el Decreto que he solicitado, yo manifiesto también que prefiero dejarme cortar un brazo antes que apresarle a Tadeo Torres y menos mandarle al Panóptico, pues un hombre honorable no puede estar con criminales".
El Presidente meditó hasta el 31 de enero cómo responder al amigo Gobernador. "Perdone Ud. el que a su olímpica carta de 15 del presente mes no haya dado una respuesta inmediata. La causa es por no haber encontrado una fórmula que salve los intereses de la República, ante todo, y después que salve nuestra amistad. Yo respeto el convencimiento de Ud. de ser justa su defensa del Tesorero Torres, pero respeto más mi conciencia y el deber primordial que tengo de defender el último centavo del Fisco.
"He meditado mucho sobre la manera de salvar la dificultad en que nos hallamos y francamente no la había encontrado sino esta mañana, después de la Santa Misa, cuando parece que Dios me ha iluminado y mi fórmula es la siguiente, que espero sea también de su agrado: He vuelto a convencerme de que Ud. es persona de buen corazón y se también que es persona rica. Dígnese depositar en la Colecturía dos mil pesos por cuenta de Tadeo Torres y todos quedamos en paz. Así la República no se ha perjudicado, Ud. ha hecho una obra de caridad y yo he cumplido mi deber. Tengo evidencia de que me acepta la proposición y con este dinero impulse lo que pueda la construcción de la carretera a Naranjal que es uno de mis ideales".
Tadeo Torres era un hombre del pueblo, hijo natural de Manuela Torres, de padre desconocido. Es difícil encontrar datos sobre el personaje, que armó una fortuna de las más grandes de Cuenca y la dejó para obras de caridad.
Al parecer habría nacido hacia 1815, pues se refiere que cuando en 1822 pasó por Cuenca el libertador Simón Bolívar, le habría obsequiado algunas onzas de oro, al percatarse de las lamentables circunstancias económicas en las que sobrevivía con su madre.
Murió en 1883 y dos años antes, el 27 de marzo de 1881, distribuyó sus bienes, mediante testamento: "Yo, Tadeo Torres, nacido en esta ciudad de Cuenca, de la finada señora María Torres, mi madre natural, comerciante, avecindado en la misma, mayor de edad, y sano en mis potencias y sentidos, hago saber a los que este mi testamento y última voluntad vieren, que tengo a grande dicha haber sido y ser hasta mi muerte, católico, apostólico romano, creyendo como tal en todo lo que cree y confiesa la Santa Madre Iglesia Católica. Sepan igualmente que como fiel cristiano y encontrándome en mi entero juicio es mi voluntad disponer de mis bienes, antes de mi última enfermedad, a fin de que nada estorbe encomendar libremente mi alma a Dios en la hora de la muerte "
Luego declara no ser casado ni tener herederos forzosos, siendo dueño de una casa de habitación en Cuenca, una hacienda y una finca en Challuabamba, una cuadra en Todos Santos, otra en El Ejido y tres hatos en Baños. "En las haciendas, casa, cuadras y hatos, tengo y poseo peones, animales, herramientas y muebles de uso Al lado del Hospital de Caridad estoy edificando una casa de adobes y teja, para fundar en ella un asilo u hospital para incurables y ancianos menesterosos, fundación que si yo no alcanzo a hacer lo harán mis albaceas bajo el mismo régimen y administración".
Para el mantenimiento de la casa de incurables, lega la casa de Cuenca con todos los muebles de uso y adorno, las dos haciendas de Challuabamba y los tres hatos de Baños, "con todos sus peones, muebles de uso, obreros y animales "
Albaceas de Tadeo Torres fueron Francisco Moscoso y Mariano Estrella, a quienes ordenó cumplir su voluntad. Entre las obras de beneficencia promovidas con la negociación de sus bienes y que fueran administrados por la Conferencia San Vicente de Paúl, constan la casa de ancianos, un hogar infantil, la escuela de los Hermanos Cristianos, la Casa de Temperancia, el leprocomio Mariano Estrella, así como recursos para el funcionamiento de planteles educativos.
En el testamento dispone que los demás bienes que adquiriese hasta la muerte, los vendan los albaceas y el producto, tras pagar sus deudas, los gastos de entierro y funerales, se dividirán en cuatro partes: una para la casa de huérfanos, otra para los gastos de administración y liquidación testamentaria y treinta misas gregorianas en los días siguientes a su muerte; 200 pesos para el dependiente Luis Gutiérrez y 300 más "si se porta honrado y fiel conmigo"; 200 pesos al niño Rafael Anda y Viteri, "a quien he criado y a quien es mi voluntad se le sostenga en la casa de huérfanos".
El resto de la segunda porción se empleará para vestir a cien pobres escogidos de los más necesitados y para un fondo de limosnas semanales a los pobres de Cuenca, de la manera que los albaceas consideren.
De la tercera parte, 400 pesos destina a la criada Liberata Guambaña; 50 pesos y dos posturas de ropa extranjera a la criada Mercedes Torres, 200 pesos y una postura de ropa de Castilla a la prima Manuela Sanmartín y 50 para la hija Panchita más una postura de algodón para su padre. Diferentes sumas destina a otros familiares y sirvientes de ellos, así como a mayorales de sus propiedades.
De la última porción destina mil pesos para la construcción del templo de los redentoristas, así como las imágenes de la Consolación y San Agustín, que deben ir a una capilla especial. El sobrante deberán decidirlo en donación los albaceas, quienes deberán rebajar 20 pesos de deuda a los mayorales y entregarles una postura de casinete, y reducir diez pesos de deuda a los peones, a quienes se donará una camisa de liencillo y un calzón de bayeta.
El Hogar Infantil Tadeo Torres, en la avenida Solano, lleva el nombre del filántropo. El edificio fue usado hasta hace dos años, pues la Conferencia San Vicente de Paúl adquirió el local de la hostería El Molino, en Challuabamba, para reubicar el establecimiento. En el antiguo local funcionan en arrendamiento oficinas municipales y en un patio aledaño el parqueadero del sistema tarifado de transporte. El espacio ocupado por el Banco del Pichincha y otras construcciones aledañas en las avenidas Solano y 12 de abril, fueron de la Conferencia San Vicente de Paúl, adquiridas con la legación del generoso personaje, cuya memoria es ingratamente olvidada por las instituciones beneficiarias.