Por Eliécer Cárdenas
Dialogar no equivale a decir que se conversa sin consecuencias en un agradable o tenso intercambio de conceptos. En política, dialogar significa negociar, y si no se llega a negociar, sencillamente el diálogo es inútil |
El diálogo, como costumbre política imprescindible en la marcha de una sociedad, es asignatura aún pendiente en el Ecuador y otros países del Continente, donde por generaciones el poder ha resultado una especie de botín, no solamente en términos materiales y de prebendas, sino de ideas y estrategias, que no se comparte so pena de conceder a los rivales un resquicio de poder. Aquello lo han practicado €“aunque por cierto nunca predicado-, socialcristianos, socialdemócratas, populistas en sus variadas formas. Actualmente el gobierno de la Revolución Ciudadana, que sin duda ha significado una serie de conquistas democráticas en diversos ámbitos, tampoco se muestra muy deseoso de modificar. Por esto, en cuanto a los articulados de varias iniciativas de proyectos de ley que el gobierno y sus asesores han presentado, se produce, como no puede ser de otra manera, una serie de polémicas y desencuentros. Rectores de universidades objetan determinados artículos de la proyectada Ley de Educación Superior; dueños de medios de comunicación cuestionan igualmente aspectos medulares de la llamada "Ley Panchana"; indígenas y otros sectores campesinos realizaron paros y bloqueos de vías para expresar su rechazo al proyecto de Ley de Aguas, y así se pudiera continuar con otros ejemplos. Ante la presión social, el Gobierno ha establecido mesas de diálogo para "limar asperezas" como suele decirse en lenguaje eufemístico, pero en los hechos, aquellos recuerdos mínimos no se avizoran, por la sencilla razón de que nadie pretende en esas mesas dar brazo a torcer. Dialogar no equivale a decir que se conversa sin consecuencias en un agradable o tenso intercambio de conceptos. En política, dialogar significa negociar, y si no se llega a negociar, sencillamente el diálogo es inútil. El Gobierno |
por un lado no se resigna a dar marcha atrás en múltiples aspectos de sus proyectos legales, porque se supone que la Revolución Ciudadana se desdibujaría. Criterio elemental y retórico, ya que en la práctica, la política es un negociar incesante, un ceder estratégico de posiciones, para recobrarlas luego, o cuando menos apuntalar la estabilidad de un gobierno. Lamentablemente, ciertos asesores enredados en la teoría, suelen impedir la fluidez de los diálogos, esto es de las negociaciones. |