Arturo Vanegas, maestro y fecundo compositor de melodías que cantaron los mayores, falleció silenciosamente hace poco
La música de los mayores está en extinción. Los pasillos, yaravíes, sanjuanitos, tonadas, pasacalles, ya no inspiran a los creadores ecuatorianos del siglo XXI, insertos en la globalización musical con el estruendo de los rocks y los sonidos metálicos.
Por eso pasó inadvertida, el 28 de febrero pasado, la muerte de uno de los últimos compositores ecuatorianos de esos géneros, Arturo Vanegas Vega, maestro heredero de una tradición familiar en el ámbito de la música, en la que incursionó desde la niñez bajo la tutela de Luis Antonio Vanegas Villagómez, su padre, quien hizo de su hogar toda una escuela de formación musical.
En efecto, los hermanos Vanegas continuaron la vocación del progenitor: Humberto destacó en el piano y el violín; Rafael fue violinista de la Orquesta Sinfónica Nacional, en Quito; Heliodoro sobresalió en el violín y el canto y perteneció a la Sinfónica de Cuenca. Todos ellos han fallecido.
Arturo, nacido en 1919, fue de los primeros alumnos del Conservatorio José María Rodríguez, fundado en 1938, con los consagrados maestros Segundo Luis Moreno, Carlos Paz, Francisco Salgado, José Ignacio Canelos, el panameño Efraín Arias y el alemán Karl Soberte.
En 1947 se graduó como músico profesional con especialidad en contrabajo y piano e inmediatamente fue profesor del Conservatorio en las asignaturas de contrabajo, solfeo, violoncello y piano, para convertirse en formador de músicos que en los años siguientes se integrarían a orquestas sinfónicas de varias ciudades del país.
En 1972 fue miembro fundador de la Orquesta Sinfónica de Cuenca, bajo la dirección de José Castellví Queralt, conjunto al que estuvo vinculado hasta 2005, convertido en personaje popular e infaltable en las presentaciones en las que, junto con otros notables músicos cuencanos, se lo veía siempre al frente del contrabajo o del violoncello, instrumentos de su preferencia.
No solo fue ejecutor de instrumentos, sino también fecundo creador de más de un centenar de piezas que enriquecen el patrimonio musical ecuatoriano: no hay género de música nacional en el que no haya incursionado, siendo autor de piezas consagradas que las escucha y admira el público sin saber que son suyas, tales como el vals Pupilas Azules, los pasillos Reflejos, Madre y Algún Día, la tonada Dame tu Amor y numerosas canciones populares, queridas y difundidas en las voces de intérpretes famosos como las hermanas Mendoza Suasti y los hermanos Miño Naranjo.
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Conjunto musical de la familia Vanegas, en los años 40 del siglo XX. |
El maestro Arturo Vanegas obtuvo importantes reconocimientos locales y nacionales por su trayectoria musical, que incluía el trabajo particular para crear conjuntos que alcanzaron notoriedad, como aquel que en 1949, con la participación de todos los hermanos, obtuvo el primer premio en un Concurso de Orquestas promovido por la Municipalidad de Cuenca.
La Casa de la Cultura, la Municipalidad de Cuenca, el Congreso Nacional, le entregaron preseas y distinciones por su vida y obra productivas al servicio del arte y la cultura, como en la formación de juventudes en el campo de la música.
También es autor de himnos para establecimientos educativos, organismos profesionales y de selecciones para eventos trascendentales, como la Partitura para la Misa Solemne del IV Congreso Eucarístico Nacional celebrado en Cuenca en 1966.
En 1998 la Municipalidad de Cuenca le confirió la presea Francisco Paredes Herrera, la más alta distinción que reconoce por el aporte de un cuencano al enriquecimiento de la cultura musical. Ya para entonces el maestro llevaba jubilado varios años y recibió aplausos emotivos y prolongados de autoridades y público en reconocimiento a la intensa y provechosa gestión cultural cumplida durante su existencia.
Juan Fernando Vanegas, hijo del prolífico ejecutante y compositor musical, continúa la tradición de la familia y ha ofrecido conciertos de piano en eventos importantes en varias ciudades del Ecuador. La tradición musical de la familia, continúa.