El monumento inca-cañari más importante del Ecuador soportó cuatro siglos
sin problemas, para deteriorarse desde que empezaron las acciones
de preservación y mantenimiento
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Un color verde enfermizo recubre las piedras sillares del complejo arqueológico de Ingapirca, cuyas uniones son cada vez más desajustadas, mientras en la población del mismo nombre, treinta casas están desplomándose por el deslizamiento de unas sesenta hectáreas de terreno saturado de aguas subterráneas.
¿Qué es más grave, lo que ocurre en el monumento arqueológico, también amenazado de derrumbarse, o en las viviendas del pueblecito, donde las familias damnificadas han evacuado las casas o siguen habitándolas obligadas porque no tienen dónde refugiarse?
Las dos cosas son igualmente graves y necesitan tratarse en forma integral para encontrar soluciones emergentes, pues la causa común es la presencia de aguas que provocan un movimiento masivo en dirección al río Silante. El Ministerio de Patrimonio Natural y Cultural y el Instituto Nacional de Patrimonio Cultural, con especialistas de México, Egipto, Chile y otros países, han sometido al vestigio inca-cañari a una "junta de técnicos", pero las acciones destinadas a buscar soluciones al problema social e hidrogeológico de la población, están en segundo plano.
Construido en el siglo XV, el conjunto resistió el paso de los siglos y las inclemencias ambientales, para envejecerse apresuradamente desde cuando se empezó a poner atención en su mantenimiento. En 1994 se habló ya de que las piedras labradas sufrían "un cáncer" extraño que debilitaba la superficie y provocaba su erosión, dándose como solución limpiarlas de los hongos, líquenes y vegetación que las cubría. Se utilizó raspadores metálicos para eliminar la minúscula capa vegetal y al parecer fue el peor desacierto, pues esos elementos daban protección natural a las piedras cuando la requerían o se secaban en el verano.
Esta obra de estabilización del talud y evacuación de las aguas corre a cargo de Fausto Ochoa, ingeniero contratado por el Ministerio de Patrimonio Cultural, que asegura la concluirá hasta mediados de abril próximo. La excavación de pozos de exploración del nivel freático ha permitido localizar más vestigios arqueológicos, incluyendo restos humanos, piezas cerámicas y de cobre, que enriquecen el valor cultural del sitio. El plazo del trabajo fue de cuatro meses, a partir del 25 de noviembre anterior, pero ha sobrepasado, en vista del cuidado que ha sido menester por los nuevos descubrimientos.
En el obelisco del Castillo salta a la vista el desajuste cada vez mayor entre las piedras, por acción del movimiento del piso, al punto que algunas separaciones han sido "reparadas" rellenándolas con piedras sobrepuestas que llaman la atención porque no corresponden al lugar donde se encuentran. Además, hay piedras sillares que han perdido la superficie, carcomidas por el "cáncer" del que son víctimas y amenaza contaminarse. | Las fisuras han sido rellenadas con piedras incrustadas. También se observa como se descascara la superficie de las piedras. |
de la estabilización del complejo.