La campaña electoral coincide con la cuaresma. El volcán Tungurahua inauguró solemnemente la temporada con densas bocanadas de ceniza, precisamente, el miércoles siguiente al pagano festejo.
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En esta temporada de recogimiento, el representante de la Asociación Latinoamericana de Derechos Humanos en el Ecuador, Juan de Dios Parra, haciendo honor a su sacrosanto nombre, fue de penitencia a Chile, su país, escapando del nudo de víboras al que se había atado.
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En cambio el fiscal Gonzabay, de Lago Agrio, que tenía a su cargo procesos jurídicos polémicos sobre narcotráfico y narcopolítica, prefirió ahogar su corazón carnavalero en un burdel sin nombre, pero con un número: 33-40.
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A la OEA se le ha tornado difícil rehacer la amistad entre Ecuador y Colombia. El Secretario general, Miguel Insulza, parece destinado a cumplir una misión destinada por su propio nombre y además con el de Angostura.
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Una ley embarazosa concede vacaciones a los maridos ecuatorianos cuando la esposa ha dado a luz. Como las pobres no podrán complacerlos, tendrán que irse obligadamente a aplicarla en otra parte.
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El Partido Social Cristiano ya no esta vivito y coleando: lástima que no pueda inscribir un candidato post mortem.