Por primera vez en Ecuador se convoca a un proceso electoral en el que una de las ofertas electorales la constituye el Presidente de la República en ejercicio haciendo uso de su derecho constitucional a la reelección presidencial, escenario propicio para evaluar la importancia del discurso como propuesta electoral. De acuerdo a las mediciones de opinión pública realizadas a la fecha, el presidente Rafael Correa refleja condiciones de liderazgo, aceptación popular, intención de voto y aprobación de su obra de gobierno cuya tendencia en estos dos años ha sido apoyada, lo que rebate la apreciación de desgaste del discurso presidencial. Podríamos preguntarnos a qué se deben esos resultados, y hay una respuesta: permanente relación entre el discurso y la acción de gobierno en medio de tres factores que han llevado a Rafael Correa al éxito: carisma, cambio y confrontación. Los procesos electorales que se desarrollan en Ecuador se caracterizan por la modificación de la conducta electoral del ciudadano común al momento de acudir a las urnas, así la naturaleza política que avanza desde el proceso constituyente basada en la participación y el protagonismo popular, redefinió las demandas del electorado. Desde el 2006, Rafael Correa ha triunfado cinco veces sobre las viejas fuerzas políticas de la "partidocracia" con un discurso frontal que, inclusive, sacudió la credibilidad de grupos económicos poderosos, a dueños de las empresas periodísticas e incluso de la Iglesia así como de sectores burocráticos privilegiados y del sindicalismo público. El candidato Correa se somete a la reelección y cuenta a su haber político con una ratificación de cargo producto de su conexión permanente entre discurso, acción y poder. Sin embargo, y tratándose del Presidente de la República, el discurso electoral deberá |
| modificarse radicalmente no sólo a nivel económico, sino político y social para enfrentar con éxito a la derecha y la centro izquierda y a una oposición liderada por los viejos partidos políticos, PSC, PRIAN Y SP que no hablan de otra cosa sino del carácter totalitario y de izquierda y ahora hasta de narco-política contando con el irresponsable apoyo de ciertos medios de comunicación y de conocidos personajes de la televisión. Quienes conocieron, compartieron y votaron la propuesta electoral de Rafael Correa, vieron plasmados sus ideas centrales mediante la herramienta metodológica de construcción de un modelo que se expresa en un nuevo sistema económico, social y político que reconoce al ser humano como sujeto y fin, propende a una relación dinámica y equilibrada entre Sociedad, Estado y Mercado. Rafael Correa prometió un sistema político democrático, un Estado social de derecho y de justicia, una nueva institucionalidad y una mejor participación popular. Durante su mandato se convocó al proceso constituyente y se transformó la estructura del Estado. A nivel internacional trabajó en la integración para reconocernos, fortalecernos y relacionarnos. Lo hizo con un liderazgo indiscutido, con sobra de coraje y decoro para la propuesta transformadora de un orden internacional injusto y explotador y de rebeldía para quienes usurpan soberanía. Rafael Correa, sin embargo, está plenamente consciente de sus intentos fallidos, de sus equivocaciones y evidentes tropezones en el manejo de instituciones claves para el desarrollo nacional, en los escándalos de corrupción que son inocultables. Sabe, asimismo, lo que le depara el 26 de abril en donde su triunfo no será abrumador como antes, pero le será suficiente para enfrentar a una oposición junta y revuelta que no puede con la calidad de su discurso y acción de gobierno. |