Por Alba Luz Mora

 

Alba Luz Mora
 La cátedra no puede estar a merced de la improvisación, al sectarismo político o una formación insuficiente,   porque facilita la mediocridad en la enseñanza y el bajo nivel de preparación de los ciudadanos con respecto a otras latitudes


La educación es la base del desarrollo de un país pues tiene que ver con todos las formas de actuar y de pensar de un pueblo. No solamente ir a un centro formativo, asimilar conocimientos, recibir un título al culminar una carrera, es suficiente para garantizar que estamos frente a una persona educada y positiva.
Hay aspectos que deben derivar de su conducta misma y que se relacionan directamente con la sociedad: la urbanidad y buenas maneras, el respeto a los usos y costumbres sociales, el sometimiento a las autoridades, normas, leyes, reglamentos y a los semejantes, fruto de una persona bien educada. Además, esa disciplina personal para   controlar los impulsos negativos de palabra y obra que deben ser propios de un ente equilibrado y bien formado   y algo que es difícil para la mayoría de personas: saber escuchar al otro y tolerar criterios con los que se disiente o se consideran equivocados.
El otro aspecto básico de la educación es que la impartan quienes gustan de la docencia, tienen mística para ejercerla y recurren a la exigencia como requisito fundamental para sacar el mejor provecho de sus alumnos.

 


Que quien se considere un maestro esté actualizado en el ámbito formativo que ha elegido, cuente con un bagaje de conocimientos idóneo, con seriedad y responsabilidad plenas, ya que los docentes son los instructores y guías decisivos de niños, jóvenes y adultos.La cátedra no puede estar a merced de la improvisación, al sectarismo político o una formación insuficiente,   porque facilita la mediocridad en la enseñanza y el bajo nivel de preparación de los ciudadanos con respecto a otras latitudes.
El planteamiento del Ministerio de Educación de exigir una constante y actualizada preparación de los profesores de escuelas y colegios del país, debe ser bien recibido y acatado por todos. No se puede, a pretexto de consideraciones de orden político o por adhesión a tesis que van en contra de la razón de ser de un maestro, impedir su actualización en la especialidad que ha elegido y un enriquecimiento profesional indispensable para alcanzar las metas propuestas y la respetabilidad de la sociedad.    

 

 

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