La débil y corta vida de la Izquierda Democrática
 
Borja nunca comprendió cabalmente la esencia de la social-democracia: la vocación profundamente reformista de   esta doctrina; y, además, nunca se fijó en la energía y el rigor de la práctica correspondiente

 

Rodrigo BorjaEl día en que Rodrigo Borja Cevallos renunció a la presidencia de la UNASUR (Unión Sudamericana), nosotros confirmamos lo que ya sabíamos: El expresidente no es un estratega político; es nada más que un aceptable táctico. No supo, ahora, aprovechar la formidable segunda oportunidad que le dieron los países de nuestro continente: organizar la integración. La integración es algo que hay que hacer, algo que hay que construir, algo que hay que cultivar. Algo especial No €“ de ninguna manera €“ algo que hay que administrar, en cualquier forma acostumbrada. La presidencia de la UNASUR exigía, pues, visión, creatividad, imaginación, voluntad, tesón. De otro modo, la tarea consistía en difundir, promocionar, persuadir, hacer planes a mediano y largo plazo. No se necesitaba, en consecuencia, ni un gran presupuesto, ni un numeroso personal de planta, ni una sede imponente Pero, Borja no vio así el asunto. Y €“ por la mala comprensión y el mal diagnóstico €“ falló. (Lo imaginamos, durante meses, aburrido en una oficina solitaria. Sin saber qué hacer El caso es un poco patético.) Y, por lo tanto, nos explicamos sus lamentosas y lamentables palabras de despedida: La presidencia de la UNASUR es un cargo sin reales posibilidades de acción ¡Ah, caramba! ¿Y la presidencia del Ecuador €“ su primera gran oportunidad €“ tampoco tuvo reales posibilidades de acción? ¿Qué dice usted? Bueno, nosotros decimos que se repitió el esperable comportamiento de Borja. Y que, otra vez, razón tuvo el refrán: Genio y figura, hasta la sepultura.

Un minuto para un reconocimiento. Le debemos la idea de este artículo a Iván Sandoval Carrión; columnista de EL UNIVERSO, de Guayaquil. Hace un par de meses, él habló del tema. Jugó bien con la metáfora de la conocida canción y la realidad política nacional. Y dijo unas cuatro cosas interesantes e importantes. Nosotros decidimos, entonces, que debíamos agregar algo a lo suyo. Aquí está.

La historia de la Izquierda Democrática es más bien triste. ¿Por qué? Pues, porque es la historia de una gran frustración. Una frustración personal: Borja, naturalmente, quería sus éxitos; pero, en definitiva, no los tuvo. Una frustración partidaria: La ID €“ que parecía que iba a ser el primer partido moderno del Ecuador €“ no pudo ir más allá de la incipiencia. Una frustración nacional: En la década de los ochenta, millones de ecuatorianos creyeron en Borja y   en la ID; y terminaron confundidos, insatisfechos y decepcionados (Nos incluimos nosotros.) Y, en ultimas cuentas, se perdió la excepcional y magnífica oportunidad de hacer, en el país, las reformas esenciales Y, así, el fracaso de la ID   se convirtió en una parte de nuestra tragedia colectiva. Y eso es eso.

Después de Borja, vino la rodada cuesta abajo. ¿Será una simple coincidencia? No lo creemos. Es, más bien, la lógica consecuencia de aquella terrible omisión. Con Durán Ballén, el conservadurismo €“ envejecido y rutinario €“ volvió al poder. Con Bucaram, caímos en el populismo más plebeyo, disparatado y grotesco. ( ¡Involucionamos!)   Con Mahuad,   sufrimos la incompetencia del gobierno de una facción democristiana (el hurtadismo). Con Gutiérrez, volvimos a los viejos golpismo y populismo militares. Finalmente, de nuestra caja de Pandora, salió la inevitable y malísima esperanza: Y aquí estamos; soportando el "correazo" que merecemos , por imprevisores, por flojos y por giles. (Nota.- No le metan   aquí, de ninguna manera, ni a la "partidocracia", ni al "neoliberalismo", ni al "Imperio". Son los espantapájaros, que nada hicieron en este trigal; echado a perder por todos nosotros; y sólo por nosotros.)

Rodrigo Borja bien merece aquí una microbiografía. Porque el líder fue, en la ID, una figura centralísima y clave; una figura viciosamente desmesurada y curiosamente ineficaz. Nació en Quito en 1935. Se graduó de abogado en la Universidad Central. Fue, en esta institución, dirigente estudiantil; y, luego, profesor. Se formó políticamente en las filas juveniles del decadente Partido Liberal. (El liberalismo de Andrés F. Córdova, Carlos Arroyo del Río, Raúl Clemente Huerta, etc.) Borja es, en el fondo, un liberal tibio. Y no es ni un ideólogo, ni un especialista en Ciencias Políticas. (Aunque haya sido profesor de estas últimas ) El expresidente exhibió siempre un cierto "progresismo". Y esto, a su vez, hizo que asumiera, con el tiempo, una socialdemocracia de fachada. En las reuniones   de la Internacional Socialista, oyó las usuales referencias a una izquierda democrática. (El socialismo europeo, que se había moderado con una buena dosis de liberalismo actual; el socialismo pragmático, que abandonó, expresamente, la doctrina marxista, en la convención de Bad Godesberg, en 1953.) La expresión le gustó; y la usó para denominar al movimiento político que él fundara en 1970 (partido en 1978).

Pero, Borja €“ nótese bien €“ nunca comprendió cabalmente la esencia de la socialdemocracia: la vocación profundamente reformista de   esta doctrina; y, además, nunca se fijó en la energía y el rigor de la práctica correspondiente. Insistamos: reformista. Ni conservadora, ni revolucionaria (Ni Roma, ni Washington, ni Moscú ) Y esta falla €“ conceptual y de apreciación --   explica su fracaso. Por otra parte, a Borja se le suele atribuir un cierto simplismo, un cierto aristocratismo y un alto grado de personalismo. (Personalismo como líder; no autoritarismo; no caudillismo tradicional. Estos rasgos €“ muy caricaturizados €“ dieron lugar a los varios chistes que circularon durante su gobierno. Los memoriosos aún recuerdan aquello del Conde de Pipirigallo y del lanzamiento de los gobernantes en paracaídas.) Más allá de todo eso, hay algo indudable: Borja es un buen abogado, un buen demócrata y un hombre honrado y decente (Mucho mérito,   para un ciudadano común; sobre todo, en estos tiempos de gran incompetencia, anomia y corrupción. Poco, para lo que se esperaba de él como figura pública: un gran político, un gran organizador, un líder inspirador. En otras palabras, poco para ser el estadista que necesitó desesperadamente el Ecuador de la segunda mitad del siglo XX.)

A pesar de todo, la ID creció en el país. Y, en 1988, ganó la presidencia. Pero, llegó al poder con su propio caballo de Troya. Un ala de la izquierda revolucionaria €“ la promoscovita y procastrista €“ la había infiltrado y la mangoneaba. (No era que los comunistas habían dejado de serlo; y se habían convertido en socialdemócratas. Lo cual habría sido legítimo. Siguieron siendo €“ y hasta hoy son €“ lo que siempre fueron: revolucionarios; y, peor todavía, antireformistas. Y Borja no se dio cuenta de este "pequeño" detalle O no le importó Es más: Les entregó la educación. La clave del desarrollo nacional. ¡Increíble! ) La principal figura de esta "hazaña" fue Alfredo Vera Arrata. Resultado: La ID €“ ya informe y gelatinosa, con anterioridad €“ quedó plena y completamente desnaturalizada. ¿Cómo pudo ocurrir semejante desaguisado, semejante descalabro? Muy sencillo: Por la debilidad del nuevo partido. (La ID no había creado una buena dirigencia; sus militantes carecían de formación doctrinaria; a pesar de algún semeje, nunca hubo una democracia interna, etc.) La tarea de los taimados infiltrantes fue casi demasiado fácil. ¡Un verdadero paseo!

Entonces, ¿fue Borja un incompetente relativo? Sí, señor. (Como Osvaldo Hurtado, como Febres Cordero, como Durán Ballén, como casi todos ) ¿Y fue un tonto útil de los comunistas? Sí, también. (Como €“ en distinta forma y medida €“ lo fueron Velasco Ibarra, Rodríguez Lara, Jaime Roldós, Lucio Gutiérrez ) Pero, los defectos y permisividades de Borja se notaron más, mucho más. ¿Por qué? Pues, simplemente, porque la gente puso en él muchas, demasiadas expectativas Bueno, en fin, solían decir los viejos curas que los peores pecados son los de omisión. Usemos la metáfora. De esa mala clase, precisamente, fueron los peores pecados políticos del doctor Rodrigo Borja Cevallos.  

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