Por Alba Luz Mora
| En lugar de incentivar el ahorro y frenar esa vocación de dispendio y consumismo en que hemos caído los ecuatorianos, se entusiasma a sacar provecho de ese "aumento" sin analizar que nos hace mucha falta disciplinar nuestras economías familiares |
Cuando se creó la Caja de Pensiones del Ecuador, nombre con que el gobierno del doctor Isidro Ayora Cueva bautizó a la entidad que hoy denominamos Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social, uno de los rubros que formaban parte de las obligaciones del Patrono con el trabajador era precisamente el Fondo de Reserva, un porcentaje del 8.33% del sueldo que el empleador depositaba cada mes en la cuenta del trabajador como "reserva" para alguna emergencia económica que pudiera sufrir durante su etapa laboral. Todos hemos experimentado esa tranquilidad de que al paso de los años esa suma crezca y se transforme en un corriente capitalito para afrontar el trance de de una inesperada desocupación o cualquier otra contingencia. Así nos correspondió en julio del 2003, cuando la función diplomática que desempeñábamos en Lima dejó de ser por el cambio de gobierno vivido en el Ecuador. Lucio Gutiérrez prefirió sustituirnos con un militar y regresamos al país preocupados por la inactividad laboral. Sin embargo recordamos que en tal condición podíamos acudir a los fondos de reserva que se habían acumulado desde 1973.
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Las transformaciones que ha sufrido el IESS a lo largo de los años y las reformas legales de la actual administración tienen entre los temas de discusión el papel que deberían cumplir los Fondos de Reserva. Se decretó que los patronos podrían entregarlos al trabajador mensualmente, junto con los sueldos mensuales aunque otros prefieren que sigan esos dineros alimentando una reserva que garantiza cierta protección frente al desempleo. No entendemos bien cuál podría ser la intención oficial, quizá una nueva figura para aumentar el sueldo del trabajador, que ha entusiasmado a algunos, o dar la oportunidad de que se los emplee en imprevistos de última hora. Pero en lugar de incentivar el ahorro, que tanta falta nos hace, y frenar esa vocación de dispendio y consumismo en que hemos caído los ecuatorianos, se los entusiasma a sacar provecho de ese "aumento" sin analizar que nos hace mucha falta disciplinar nuestras economías familiares y respaldarnos con dinero obtenido a base del esfuerzo y la actividad positiva. Ojala se medite en estas consideraciones y conservemos la sabia costumbre establecida desde la década del año 30.
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