Miguel Ernesto Domínguez, actor y testigo de las mayores transformaciones tecnológicas en el campo periodístico, así como del desarrollo de Cuenca desde la pequeña ciudad hasta la metrópoli de hoy, murió a los 95 años
 
 
Miguel Ernesto Domínguez
 
Miguel Ernesto Domínguez Ochoa se inició en el oficio del periodismo a inicios de los años 30 del siglo pasado, cuando diario El Mercurio trajinaba también los primeros años de su aparición, con sus fundadores, los hermanos Sarmiento Abad.

Falleció el 20 de junio pasado, poco tiempo después de haber dejado de teclear la antigua máquina en la que escribió miles de noticias y artículos para periódicos de Cuenca y del país, aun luego de quedarse ciego, obediente a una vocación que la absorbió con pasión y sin fatiga.

Fue todo un personaje del ayer reciente, ignorado por las promociones de periodistas en boga, además de maestro secundario y universitario y diputado de la República entre 1946 y 1953, con muchas anécdotas y episodios que solía contar con ingenio y entusiasmo.

Nacido el 1 de marzo de 1915 en Azogues, entre la niñez y la adolescencia, ejerció de tipógrafo del diario fundado en 1924, cuando sacar cada día un periódico era una hazaña inconcebible para los profesionales del periodismo en los actuales tiempos: las herramientas eran los tipos, letras de molde extraídas de cajas para formar manualmente las palabras y los textos en chivaletes que se los colocaba en una prensa Chandler, accionada con pedales.

El 25 de octubre de 1934 el director del periódico, Octavio Sarmiento, le probó como cronista, entregándole un carné para que persiguiera las noticias por las calles de la ciudad en la que rara vez ocurría algo nuevo, pero él supo recogerlas en cantidades para las que faltaba espacio en el matutino.

Entre sus funciones estaba retirar del domicilio del doctor Nicanor Aguilar su infaltable artículo cotidiano, lo que le abrió puertas de confidencia con el clérigo, al que se quejó porque escribía tantas noticias y las que aparecían publicadas eran muy pocas.

"Chico, chico €“le había respondido- cómo te van a publicar todo, si no sabes Gramática". El reparo le golpeó como un garrote por la espalda y le empujó a matricularse en la Academia Remigio Crespo Toral para perfeccionarse en el manejo de la escritura.

El primer día recibió otro golpe. El Director, Carlos Terán Centeno, que publicaba el Diario del Sur, sorprendido al ver al aprendiz de periodista del diario enemigo, con el que mantenía polémicas que son parte del periodismo campal de esos tiempos, se le burló aduciendo que su aula la ocupaban solo los inteligentes.
 
     
Miguel Ernesto Domínguez
     El periodista en 1970, al centro en primera fila, cuando presidía la UPA.
 
Pero Miguel Ernesto siguió adelante, sin amilanarse, convencido de que el periodismo le interesaba aún más que la carrera de Medicina en la que se había iniciado y tuvo que abandonarla cuando le confinaron al Oriente castigado por un artículo que censuró el gobierno.

Al retornar cumpliendo la pena, sus compañeros ya eran doctores y él desistió de la carrera, para matricularse en 1939 en Derecho y hacerse Abogado de los Tribunales de la República, profesión que la compartió con el periodismo y el matrimonio que le graduó de persona mayor por esos tiempos.

El Mercurio había pasado a nuevos dueños y su Director, Nicanor Merchán Bermeo, luego de darle consejos para el ejercicio del matrimonio y de la libertad de expresión, le anunció un alza de salario por la que le agradeció por el resto de la vida.
En 1946 los dirigentes del Partido Conservador del Cañar le metieron en la política y acabó de Diputado, para ser reelecto por dos períodos, hasta 1953. El periodista se abrió campo en la vida pública y acumuló experiencias y anécdotas, además de empeñarse en promover proyectos de interés para Azuay y Cañar, como la fábrica Guapán, la Llantera y el Proyecto Paute.

Su presencia en el Congreso tuvo resonancia cuando los conservadores plantearon la censura del Ministro de Educación, Carlos Cueva Tamariz, y salió libre de culpa con un voto, el voto del doctor Domínguez. Después el partido Conservador quiso expulsarle acusándolo de traición, pero no pasó nada, porque él nunca se había afiliado a ese partido.

Siempre fiel al periodismo, llegó a ser corresponsal en Cuenca del diario El Comercio por muchos años. Su relación terminó cuando criticó al Ministro de Recursos, Galo Pico Mantilla, por su posición ambigua frente al Proyecto Paute. "Entonces el Director del diario me llamó para decirme si no sabía que el Ministro era su pariente y como lo sabía perfectamente, abandoné el periódico", confesó en una entrevista publicada en AVANCE en noviembre de 1984.
La trayectoria en el campo docente le llevó por los colegios Benigno Malo, La Salle y la Universidad Católica de Cuenca, donde dirigió la escuela de Comunicación Social.
Miguel Ernesto Domínguez, miembro fundador de la Unión de Periodistas del Azuay en 1957, fue director de noticias de Canal 3 de TV, en los albores de la televisión en Cuenca, y mantuvo una columna de opinión en diario El Tiempo hasta pocos años antes de su muerte, cuando volvió a experimentar frustraciones similares a las del inicio del periodismo, pues escribía mucho y le publicaban poco.

El 20 de junio pasado el nonagenario personaje, padre de siete hijos, abuelo de 13 nietos y 22 veces bisabuelo €“jubilado hace 30 años-, amaneció sofocado y con fatiga, pero lúcido. Gradualmente disminuyó la presión sanguínea de su cuerpo y al atardecer se durmió apaciblemente, pero ya no despertó.
Con su adiós se cierra un capítulo del periodismo nacional. En más de 70 años que lo ejerció, fue actor y testigo de las grandes transformaciones tecnológicas en el campo de la comunicación social, así como de   los cambios de la sociedad y del mundo, empezando por la Cuenca conventual de las primeras décadas del siglo XX, hasta la ciudad dinámica inserta en los más avanzados sistemas de la conectividad global.

Los gremios periodísticos y los aspirantes a ejercer el periodismo tienen una mina fecunda de trabajo de investigación, información y opinión, en los archivos del doctor Domínguez Ochoa, para aprovechar un material de interés pedagógico y para entender múltiples aspectos del presente sustentados inevitablemente en el pasado. También publicó libros que aportan al conocimiento de la historia. Fue, y sigue siendo, un hombre de consulta.
 
Miguel Ernesto Domínguez

 

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