Por Leonardo Berrezueta

 

Leonardo Berrezueta

Un afroamericano descendiente de n keniano llegó al sillón presidencial de la Casa Blanca: Barack Husseim Obama.   Resulta paradójico que una persona cuyo segundo nombre es "Husseim", sea el hombre más poderoso del planeta, tomando en cuenta que su antecesor de ingrata recordación por cierto- a combatido al entonces presidente e Irak Saddam Husseim, errocándolo del poder

 

En la historia de la humanidad han existido muchas etapas y tiempos que han marcado un cambio y una transformación.   Varias han sido las guerras que el mundo ha vivido en los últimos siglos, sin que hasta el momento sepamos con certeza para qué nos sirvieron.   Seguramente de nada, y por el contrario han dejado muerte y desolación sobre la faz de la tierra.

Muchos han sido los hombres y mujeres que de una u otra manera, han tratado de cambiar el rumbo de la historia mundial y muy pocos lo han conseguido con éxito y para bien.   A lo mejor las intenciones de ciertos líderes mundiales en los últimos años no han sido precisamente buscar el bienestar colectivo, sino el de individualizar su bienestar y el de sus grupos políticos, económicos y sociales afines. Y obsérvese que no hablamos en función de ideologías políticas, sino más bien en base a intereses particulares, que a la hora de buscar el beneficio personal, dejan de lado a sus principios.

Las grandes dictaduras de extrema derecha y de extrema izquierda que han gobernado a varios pueblos del mundo, influenciando en consecuencia a los países menos desarrollados, han dejado una estela de horror y profundas heridas en la gente que ha sido afectada.   Ejemplos de esta lamentable realidad de nuestro pasado nos hacen reflexionar sobre nuestro presente: El eje del mal, llamado así en la segunda guerra mundial al trío conformado por Hitler en la Alemania Nazi; Mussolini en Italia y el Emperador Japonés Hiroito; la dictadura de Pinochet en Chile; el gobierno tiránico de Batista en Cuba; la de Noriega en Panamá; la de Pérez Jiménez en Venezuela; el gobierno militar  
tiránico de Videla en Argentina, entre otras, nos hacen pensar que la   lucha por la democracia, la justicia   y   la defensa   de los derechos humanos
 
 

debe ser constantes para no claudicar en buscar más mecanismos que coadyuven con sus garantías.

En América desde el pasado 20 de enero, se vive un ambiente de cambio desde que un afroamericano, descendiente de un keniano y una americana, llego a convertirse en el primer hombre de color en sentarse en el sillón presidencial de la Casa Blanca.   Su nombre: Barack Husseim Obama.   Seguramente resulta paradójico que una persona cuyo segundo nombre es "Husseim", se haya convertido en el hombre más poderoso del planeta, tomando en cuenta que su antecesor €“de ingrata recordación por cierto- ha combatido al entonces presidente de Irak Saddam Husseim, derrocándolo del poder.


Obama representa a la esperanza, no solo del pueblo norteamericano, sino también de millones de personas alrededor del mundo que piensan que es posible tener un mundo más humano, más justo, más solidario, equitativo e incluyente.   Un mundo en el que no se hable solamente de globalizar la humanidad, sino también de humanizar la globalización.

Un negro en la Casa Blanca era, hasta no muchos años, tan difícil como buscar una aguja en un pajar.   Esperamos que la fuerza acompañe a este hombre que le ha pedido al mundo creer, no solo en su capacidad de cambiar la manera de hacer política en Washington, sino en la capacidad de hacerlo juntos, creyendo que en el mundo no existe una época de cambios, sino un verdadero cambio de época.
 
 
 
 
 
 

Suscríbase

Suscríbase y reciba nuestras ediciones impresas en su oficina o domicilio llamando al 0984559424

Publicidad

Promocione su empresa en nuestras ediciones impresas llamando al 0999296233