Por Eliécer Cárdenas

 

Eliécer Cárdenas  El Presidente Correa debería reformar esta dirección de su movimiento, si no quiere verlo secuestrado por la voluntad de unos pocos en suplantación de su liderazgo, inclusive, tentación siempre presente en aquellas agrupaciones caudillistas con niveles de dirección poco abiertos

Las elecciones primarias de Movimiento País dejaron entre sus militantes un sabor entre de frustración y resentimiento por diversas razones. Era la segunda ocasión en la historia democrática del Ecuador que se ensayaban unas primarias €“la primera fue protagonizada por la ID, y paradójicamente marcó el inicio de su decadencia y posterior atomización. Con la totalidad del poder en sus manos, PAIS realizó una campaña electoral en toda regla, con ingente gasto de recursos, caravanas, publicidad en los medios y todo el arsenal de una promoción comicial moderna. Sin embargo, las cosas no fueron, o cuando menos no aparecieron del todo claras a criterio de algunos de los pre candidatos que resultaron perdedores, y acusaron a la dirigencia nacional de PAIS de maniobras al más puro estilo de la tan criticada partidocracia.

Es evidente que en toda elección los perdedores suelen "respirar por la herida", como se dice, y por ello no son en ocasiones dignos de mayor crédito sus protestas y lamentos acerca de supuestas tramas y fraudes para quitarles de en medio. Sin embargo, en esta ocasión fueron tantos los perdedores quejosos que da para pensar que, en efecto, hubo situaciones anómalas y que habrían ameritado una investigación mucho más profunda que la sumaria ordenada por el Presidente Correa y mediante la cual los sancionados resultaron, justamente, quienes se atrevieron a protestar por aquellos malos procedimientos, inconsecuencias, olvidos imperdonables en unas elecciones, como no imprimir los retratos de ciertos candidatos, o dejar que voten personas no empadronadas. Todo ello habría bastado para investigaciones mucho más exhaustivas y que vayan al fondo del problema.

Para   nadie   en   el   país que esté medianamente
 

informado sobre el quehacer político es desconocido que al interior de PAIS se libra una lucha subterránea implacable entre tendencias, grupos más o menos cercanos al Presidente, figuras de su entorno, etc. Y que por lo tanto en ese ambiente hermético y bizantino se producirían implacables juegos de poder y rebatiñas que apenas salen a la luz por aquello de la disciplina partidista, y además porque aquel que públicamente destapa las pugnas de inmediato es descalificado por inconsecuente.

Un partido de masas, o un movimiento más bien, como es PAIS, no debería mantener una cúpula que parece actuar en la semi clandestinidad como un grupúsculo ilegal cualquiera en épocas de dictadura. Ello resta transparencia a la dirección, la vuelve opaca y poco accesible al escrutinio público, aquella veeduría por la que se luchó tanto en el país a fin de cambiar una democracia excluyente y nada transparente por una de participación y total apertura al público. Al parecer, viejas prácticas de partidos monolíticos o de fundaciones que se manejan en petit comité, han persistido en la penumbrosa dirección colectiva de PAIS, que producen de continuo turbulencias a nivel de la militancia promedio y sus dirigentes ligados a la ciudadanía. El Presidente Correa debería reformar esta dirección de su movimiento, si no quiere verlo secuestrado por la voluntad de unos pocos en suplantación de su liderazgo, inclusive, tentación siempre presente en aquellas agrupaciones caudillistas con niveles de dirección poco abiertos.

Las elecciones primarias de PAIS, demuestra los riesgos a los que se halla abocado un movimiento de gran arrastre entre la ciudadanía , pero amorfo en sus líneas ideológica y política, y con una dirección autoritaria y poco permeable a la vivencia democrática interna.  

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