Por Julio Carpio Vintimilla
En 2042 el 30 por ciento de la población estadounidense será hispánica, unos 133 millones de habitantes. Los Estados Unidos serán el primer país de habla española del mundo. Los negros serán unos 66 millones. Y los asiáticos, unos 41 millones. En conjunto, los tres grupos constituirán el 54 por ciento de la población del país. Los Estados Unidos mostrarán un nuevo y distinto rostro |
Ya tenemos un africano en la Casa Blanca. Y, entonces, ¿por qué no un ecuatoriano en La Moncloa? (Eso se preguntaba un comentarista del diario ABC de Madrid.) Añadamos algo. ¿Y qué tal un turco en la Cancillería alemana? ¿Y estaría mal un jamaiquino en la calle Downing, número 10? El mundo cambia. Y los norteamericanos y los europeos parecen, por ello, un tanto desconcertados. Para nosotros, los latinoamericanos, en cambio, tal novedad, o tales posibilidades, están, plenamente, dentro de lo usual y lo común. ¿No tuvimos, acaso, un presidente japonés en el Perú? ¿Y no hemos tenido, en años recientes, dos presidentes árabes en el Ecuador? ¿No tenemos, hoy día mismo, un presidente mulato en Venezuela? ¿Y toda la serie de presidentes italianos, españoles y de otras nacionalidades en la Argentina? ¿Y los presidentes alemanes del Paraguay de Bolivia? (Stroessner, Banzer.) ¿Y el checo Kubistcheck en el Brasil? ¿Y los centenares de extranjeros notables, en toda clase de altas funciones, en cualquiera de nuestros países? (Un solo botón de muestra: el finlandés Antanas Mockus en la alcaldía de Bogotá.) Bueno, por lo menos en los asuntos de mestizaje e interculturalidad, ningún grupo nos gana a los latinoamericanos Y no es poco. Es nada menos que una parte del futuro de la humanidad: el mestizaje global. (Si logramos evitar las irracionalidades suicidas; como las grandes guerras y la destrucción de la naturaleza del planeta.) |
Y, ahora, los Estados Unidos van en la dirección latinoamericana. ¿Se acuerdan ustedes de aquello de los WASP? (Avispa, en inglés; y acrónimo, en este idioma, de blanco, anglosajón y protestante; es decir, el perfil racial, cultural y religioso del estadounidense típico del siglo XX.) Pues bien, la condición WASP está perdiendo importancia. En el lapso de más o menos una generación, la mayoría blanca de los Estados Unidos (sin los blancos latinos) pasará a ser sólo una más de las minorías que constituirán la población del país. (2009. Blancos, 66 por ciento de la población. 2042. Blancos, 46 por ciento de la población.) La muy importante noticia la da un informe del Servicio Demográfico de los Estados Unidos. (Agosto, 2008.) No era, por supuesto, algo inesperado. La tendencia era conocida. Hay, sin embargo, en esto, una particularidad muy destacable: la aceleración del cambio. (El rebasamiento demográfico estaba previsto para el año 2050. Pero, la alta tasa de natalidad de las minorías y el incremento de la inmigración hicieron revisar las proyecciones. Nueva fecha: 2042.) En este último año, el 30 por ciento de la población estadounidense será hispánica. (Unos 133 millones de habitantes. De paso, los Estados Unidos serán el primer país de habla española del mundo.) Los negros serán unos 66 millones. Y los asiáticos, unos 41 millones. En conjunto, los tres grupos constituirán el 54 por ciento de la población del país. El silencioso proceso habrá, entonces, culminado. Los Estados Unidos mostrarán, efectivamente, un nuevo y distinto rostro. (Más bien moreno, más viejo y más preocupado. Porque €“ según se dice €“ la población va a envejecer al mismo tiempo. Y ciertos problemas sociales, posiblemente, permanecerán; o, incluso, a lo peor, se agudizarán.)
Y, en este punto, hay que situar el tema. La pregunta pertinente: ¿Qué es la raza? Se sabe que, biológicamente, las diferencias entre los seres humanos son muy pequeñas. Si hay una raza verdadera, ésta será, sencilla y ampliamente, la raza humana. (No se puede hablar de las razas humanas en el sentido, netamente diferenciador, en que se habla, por ejemplo, de las razas de los perros.) ¿Entonces? Bueno, la clave de la cuestión está en algo negativo: La raza €“ como el sexo o la clase social €“ es una de las causas mayores de nuestros lugares comunes y de nuestros prejuicios. ¿Habrá que decir que, con esta mala tendencia, llevamos el asunto al campo de lo cultural? Sí; para precisar. Un caso notorio: Los judíos no constituyen una subdivisión racial; constituyen una subdivisión cultural. Otro: Los hispanos €“ mencionados aquí mismo €“ tampoco forman, propiamente, una raza. (Hay hispanos de todos los colores y matices. Pero constituyen €“ eso sí €“ en su conjunto, una de las más grandes culturas del planeta. Cuando hablamos del Día de la Raza, estamos hablando, nada más y nada menos, que de la fiesta de nuestra cultura hispanoamericana.) Volvamos, ahora, al correspondiente hilo central. ¿Por qué €“ a pesar de todo esto €“ seguimos, pues, hablando de razas? Sólo por una simple sinrrazón: No todo en el mundo puede ser lógico, racional, técnico, científico Debe haber un buen lugar para lo usual, lo corriente, lo socorrido, lo convencional. Reconozcamos, en consecuencia, que eso de "la raza" es una percepción humana generalizada. Popular. Y reconozcamos, igualmente, que "la raza" suele estar asociada con ciertas condiciones sociales. (Ejemplo. Los indios, en general, en el Ecuador, ocupan el último escalón en lo económico y lo educativo.) Situada la cuestión. Precisado el concepto.
Agreguemos unas precisiones al voleo; pero unas que vienen al caso. Han dicho ciertos estudiosos norteamericanos que nunca hubo en el mundo una transición demográfica tan rápida como la que tratamos aquí. ¿Será cierto? A ver. Brasil y Cuba, por ejemplo, dejaron de ser países de mayoría blanca en algún momento del siglo XX. (La transición parece haber sido, pues, en los dos países, más rápida que en los Estados Unidos.) Otra .Una población homogénea elimina uno de los motivos de conflicto social: la discriminación masiva. (Chile, Costa Rica, Japón, Nueva Zelandia. Contrapóngase estos casos a los de Sudáfrica y los mismos Estados Unidos.) Una tercera: El racismo parece ser una tendencia mundial. Sin ir muy lejos, el racismo ecuatoriano es evidente. (Complejas y sutiles distinciones entre grupos y subgrupos.) Los argentinos €“ que, en general, no se consideran racistas €“ suelen hablar de los "negros" y los "cabecitas negras" (indios y mestizos morenos.) Y, así, en toda la serie de casos. En este espinoso asunto, ¿algún grupo puede afirmar convincentemente que no es racista? No lo creemos
Por último, hay una tendencia mundial al mestizaje. Una buena prueba al canto: la Europa de hoy. Y €“ con el decurrir del tiempo €“ ya les llegará su turno a los rusos, a los chinos, a los hindúes Y los hombres blancos serán cada vez más minoritarios. Y el ser humano promedio será moreno; como el latinoamericano promedio de la actualidad. En esta larga marcha, pues, los Estados Unidos van terminando un importante trecho. Y €“ como siempre €“ si no son los primeros, ocupan, de todos modos, una destacada posición. Y, aquí, está el valor y el significado de la transición demográfica norteamericana; del cambio de rostro del Tío Sam