La multitudinaria exhibición pagana de una expresión religiosa que forma
parte del patrimonio de la cultura popular de Cuenca
En 1960 el protonotario Miguel Cordero llevó a Belén la imagen del Niño Dios esculpida más de 300 años antes, de propiedad de sus antepasados, para oficiarle una eucaristía en el sitio donde Jesús vino al mundo. Luego viajó con él a Roma, para que el Papa Juan XXIII lo bautizara con el nombre de Niño Viajero. Ese mismo año puso la imagen en manos de Rosa Palomeque, para que fuera responsable de los pases que se harían tradición al repetirse de cada año, el 24 de diciembre. Ella cumplió el compromiso hasta morir, en 1970, pero antes había ordenado a su hija Rosa Pulla que mantuviera la procesión anual. El protonotario Cordero, al morir, dispuso que la imagen pasara a propiedad del monasterio del Carmen de la Asunción, pero se la pusiera en manos de Rosa Pulla cuando lo requiriera. Así se hizo hasta 2006, cuando ella murió y surgieron divergencias por la promoción de los pases, ya tradicionales, multitudinarios y turísticos, hasta asumir con la venia de la jerarquía eclesiástica la responsabilidad la Universidad Católica de Cuenca, poniendo a un lado a los herederos de Rosa Pulla. |
Al margen de estos conflictos, el Pase se ha constituido en una de las expresiones de religiosidad, tradición y folclore más representativas de la cultura popular cuencana. Este último 24 de diciembre reunió a multitudes entre las 9:00 hasta las 16:00, con cientos de carros alegóricos y grupos de personajes de la tradición cristiana con atuendos de niños dioses, vírgenes, danzantes, mayorales, pastores y otros elementos de la historia sagrada. No faltaron las acémilas, los bueyes, las ovejas ni los productos del campo y de la tradición gastronómica: chanchos horneados, frutas, cuyes, panes de pascua, las botellas de Zhumir y las comidas típicas en recipientes sobre el lomo de los caballos cubiertos con mantones policromos, bordados con hilos de oro y plata y con lentejuelas. La procesión es ocasión para exhibir la riqueza de los vestuarios de las cholas cuencanas, las túnicas y ropajes de los participantes, causando admiración y sorpresa de miles de espectadores. |
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La Ministra de Patrimonio Cultural y Natural, Doris Soliz, anunció trámites para que el pase del Niño Viajero sea reconocido como patrimonio de la humanidad, espectáculo que atrae a multitudes por devoción y curiosidad de turistas nacionales y extranjeros que llegan a Cuenca con el exclusivo fin de admirarlo, como se lo admira en esta muestra bien lograda por el fotógrafo Luis Bermeo.