Por Eugenio Lloret Orellana
La ONU sigue como estaba y cuando se habla de reformas, el Consejo de Seguridad no se mueve, ya que no quiere perder los privilegios de veto que se asignaron los vencedores de la Segunda Guerra Mundial y reconocer la nueva realidad sesenta años después |
Nueve años han pasado desde que los líderes del mundo se reunieron en septiembre de 2000 en Nueva York a mejorar el nivel de vida de las personas a través del cumplimiento de una serie de metas, para saber cómo estábamos, qué hacíamos y representábamos a esas alturas de la evolución humana y qué perspectivas teníamos a futuro. Era un momento único y simbólicamente apremiante para los 189 países miembros de entonces, incluido Ecuador. Esa oportunidad histórica a la que se llamó los "Objetivos del Milenio " comprometió a cada uno de los presidentes de regreso a su país, con el reto de reducir la pobreza, los índices de mortalidad, la contaminación ambiental y el analfabetismo. |
con envidiable optimismo de "construir un mundo más pacífico, próspero y justo " para "lograr la dignidad humana, la igualdad y la equidad " fijándose el 2015 como fecha límite para conseguirlos? Por ahora, sólo los enumeramos, dejando para el lector formar juicio propio acerca de sus realizaciones, teniendo en cuenta que para septiembre de 2010 la ONU tiene prevista una reunión especial para analizar los avances que se hubieran logrado: erradicar la pobreza extrema y el hambre, educación universal, igualdad entre los géneros, reducir la mortalidad de los niños, mejorar la salud materna, combatir el VIH- Sida, sostenibilidad del medio ambiente y fomentar una asociación mundial. Los conflictos surgidos a raíz de los ataques terroristas del 11 de septiembre, según el informe de la ONU, trastocaron las prioridades de muchas naciones y afectaron los planes de otros. Sin embargo, al no estar directamente involucrada en la guerra contra el terrorismo, América Latina tiene pocas excusas al momento de reportar sus escasos avances en su promesa de mejorar el nivel de vida de sus habitantes, que en un promedio del 10 por ciento viven con menos de un dólar por día. Y mientras la mayoría de naciones de América Latina ha guardado la agenda de la ONU en uno de los últimos cajones polvorientos de su abultada burocracia, los líderes del G-8 reunidos en Roma bajo la misión de acabar con el hambre en el mundo han recordado uno de los objetivos del Milenio: reducir a la mitad el número de personas que padecían hambre en el mundo para el año 2015. En aquellas fechas, la cifra estimada de hambrientos era de 800 millones. La medida del fracaso colectivo cosechado en estos nueve años lo da el hecho de que ese número haya aumentado hasta los mil millones de personas, una cifra vergonzante y sin precedentes, cuando el hambre, como el cambio climático, es un problema global que demanda soluciones globales e inmediatas. |