Por Eliécer Cárdenas
El Gobierno cometió un error con el proyecto, que por combatir a cierto sector de la prensa politizado y desmandado, amenaza introducir cláusulas represivas al conjunto de la actividad periodística y de aprobarse como está, volvería inviable la tarea de los medios para investigar y dar a conocer situaciones polémicas |
Entre las leyes, de por sí controvertidas, que la Asamblea Nacional discute para su ulterior aprobación, el proyecto de ley de Comunicación es, por sus propias características y objeto, el que mayor revuelo mediático ha causado. Cierto presentador de televisión devenido en auto pre candidato a la Presidencia de la República, organizó recientemente manifestaciones públicas, a fin de protestar por el citado proyecto, en tanto se multiplican las condenas a la propuesta, y desde el exterior acuciosas miradas monitorean el panorama de las libertades en el Ecuador. El Gobierno cometió un error al elaborar el citado proyecto, que en busca de combatir a cierto sector de la prensa politizado y desmandado, amenaza ciertamente con introducir cláusulas represivas al conjunto de la actividad periodística, que de aprobarse tal y como está en el citado proyecto, volvería poco menos que inviable la tarea de los medios de comunicación en cuanto a investigar y dar a conocer situaciones polémicas, cuando no escabrosas, que de tal manera quedarían soterradas hasta que una sentencia judicial definiera si hubo tal o cual delito. El proyecto busca blindarse al escrutinio de la prensa, bajo el supuesto de garantizar los derechos a la honra y buen nombre, que nunca puedan ponerse en entredicho si la prensa actúa responsable y éticamente, que por desgracia no es el caso más frecuente en nuestro país. |
Sin necesidad de la ley de Comunicación que se debate, los propios cuerpos ordinarios prevén las sanciones del caso contra las falsas informaciones, las acusaciones sin sustento, las presunciones vueltas certezas por obra y gracia de un astuto maquillaje noticioso. Por lo tanto, el proyecto legal, de ser aprobado, afectaría más a la prensa verdaderamente independiente del país, que la hay, pese a una gran prensa evidentemente comprometida con intereses extra periodísticos, dificultando su tarea que no persigue otra cosa que informar eficientemente a la ciudadanía acerca de los sucesos diarios, sean o no de sesgo favorable a un gobierno o cualquier grupo de poder, y que opina en torno a la problemática diaria sin otro afán que contribuir a la orientación de aquella opinión pública que tan manipulada suele ser. |