Al cumplirse diez años de la declaratoria de Patrimonio Mundial por la UNESCO, para Cuenca, amerita evocar el acontecimiento, hito diferenciador entre la ciudad tradicional con siglos de historia, y la nueva, cosmopolita, con el horizonte del siglo XXI al frente.
A la jubilosa conmemoración se suman otros eventos que refuerzan la vocación cultural de la ciudad: la Bienal Internacional de Artes Plásticas -22 de octubre al 4 de diciembre- está en la décima edición y, al margen de las controversias inherentes a la apreciación artística, es un evento que ha dinamizado la gestión cultural de Cuenca, con repercusiones en el ámbito internacional.
El II Festival de la Lira, reactivación de la convocatoria a los poetas cuencanos a inicios del siglo pasado, acaba de cumplirse con proyección hispanoamericana y un premio económico representativo €“acaso el mayor- para certámenes similares de habla hispana, con el aporte de entidades privadas que han reinvertido en cultura, los beneficios económicos que son la razón primordial de sus empresas. Bien merece, por ello, reconocimiento, la auspiciante Fundación Cultural del Banco del Austro.
Recordar la década de la declaratoria de Patrimonio Cultural de la Humanidad, es ocasión para el balance sobre lo que se ha hecho y se ha dejado de hacer para que Cuenca siga siendo digna de tan honroso título: es inocultable que a partir de 1999, ha habido emprendimientos para defender los bienes patrimoniales y promover una gestión cultural, por entidades públicas y privadas, consolidando el prestigio de la ciudad por estos rumbos, sin descuidar el desarrollo en diversas especialidades y servicios.
Al conmemorar la declaratoria, tampoco puede dejarse de valorar la gestión de entidades del actual gobierno €“Ministerio e Instituto de Patrimonio Cultural- , por los esfuerzos humanos y recursos destinados a restaurar bienes €“templos, museos, edificios- que lucen con esplendor lo más representativo de la riqueza patrimonial de Cuenca.
Por fin, bien vale que en el balance conste que han salido de control ciertas acciones depredadoras del bien patrimonial €“por intervenciones clandestinas e ilegales- que jamás deberán repetirse en el futuro.
A la jubilosa conmemoración se suman otros eventos que refuerzan la vocación cultural de la ciudad: la Bienal Internacional de Artes Plásticas -22 de octubre al 4 de diciembre- está en la décima edición y, al margen de las controversias inherentes a la apreciación artística, es un evento que ha dinamizado la gestión cultural de Cuenca, con repercusiones en el ámbito internacional.
El II Festival de la Lira, reactivación de la convocatoria a los poetas cuencanos a inicios del siglo pasado, acaba de cumplirse con proyección hispanoamericana y un premio económico representativo €“acaso el mayor- para certámenes similares de habla hispana, con el aporte de entidades privadas que han reinvertido en cultura, los beneficios económicos que son la razón primordial de sus empresas. Bien merece, por ello, reconocimiento, la auspiciante Fundación Cultural del Banco del Austro.
Recordar la década de la declaratoria de Patrimonio Cultural de la Humanidad, es ocasión para el balance sobre lo que se ha hecho y se ha dejado de hacer para que Cuenca siga siendo digna de tan honroso título: es inocultable que a partir de 1999, ha habido emprendimientos para defender los bienes patrimoniales y promover una gestión cultural, por entidades públicas y privadas, consolidando el prestigio de la ciudad por estos rumbos, sin descuidar el desarrollo en diversas especialidades y servicios.
Al conmemorar la declaratoria, tampoco puede dejarse de valorar la gestión de entidades del actual gobierno €“Ministerio e Instituto de Patrimonio Cultural- , por los esfuerzos humanos y recursos destinados a restaurar bienes €“templos, museos, edificios- que lucen con esplendor lo más representativo de la riqueza patrimonial de Cuenca.
Por fin, bien vale que en el balance conste que han salido de control ciertas acciones depredadoras del bien patrimonial €“por intervenciones clandestinas e ilegales- que jamás deberán repetirse en el futuro.