Por Eugenio Lloret Orellana

 

Eugenio Lloret

Eminentes médicos y científicos han dicho que detrás del virus A H1N1 y del escándalo armado en torno a él está el enorme negocio de las trasnacionales farmacéuticas entre cuyos accionistas más conspicuos se encuentran ex funcionarios del pasado gobierno nefasto de Bush


Más allá de la astucia terminológica que encierra la epidemia de gripe porcina o influenza humana A H1N1 aparecida en un pueblito de México en donde una trasnacional estadounidense tiene la productora de carne porcina más grande del mundo, con más de un millón de cerdos hacinados en 200 porquerizas, está creando incertidumbre y alimentando una confusión que a ratos raya en la histeria y en la incredulidad porque en el fondo se trata de una conspiración multinacional para promover los intereses de las farmacéuticas, particularmente de la firma Roche y su producto estrella Tamiflú.
Sí en el mundo se provocan conflictos y guerras para vender armas, ¿ no es igualmente posible generar brotes de virus y enfermedades para vender medicinas ¿.   Y lo más curioso es que, al revisar el comportamiento accionario de Roche, se anunció un desplome de sus acciones.
La gripe porcina es benigna en todas partes menos en los medios de difusión, que sí contagian una epidemia de miedo más virulenta que nunca. Efectivamente, el epicentro de la pandemia es México que tiene 20 millones de habitantes y apenas ha habido cinco mil contagios. Adecue su temor a esa estimación estadística y saque sus propias conclusiones. Que esta gripe es preocupante. Desde luego que sí y no debemos ignorarla, controlarla y seguir su evolución, pero según los especialistas es de las benignas y ni siquiera supera a pandemias anteriores como la de Hong Kong de 1968. Por supuesto, habrá siempre incrédulos y convencidos, pero lo cierto es que hay que responder con eficacia a sus consecuencias al menos hasta cuando los medios resuelvan relegar a espacios secundarios y al final no digan nada sobre ella.
En el peor de los casos nos debe preocupar más el otro virus, el del miedo, que nos cuesta miles de millones en todo el planeta y que ha encontrado en la inmediatez del internet y de los medios masivos de comunicación el mejor agente propagador del contagio.  

 Efectivamente, no nos asusta lo suficiente el calentamiento global, ni las inequidades crónicas entre ricos y pobres frente al estornudo de un vecino potencial portador de ese minúsculo A H1N1. Y no es para menos. Quien más y quien menos, sabe que este virus no necesita ni visa, ni acuerdos de libre comercio para moverse a sus anchas por el mundo, infectando a quien se le cruce en el camino sin distinción de credos ni de razas o edades. El pequeño virus histericus, junto a su aliado ideal, la globalización, viaja por donde se le de la gana con la velocidad del internet y así como sucede con el capitalismo salvaje este virus goza de una gran capacidad de evolución, adaptación y de resistencia que le hace peligroso.
Eminentes médicos y científicos han dicho que detrás del virus A H1N1 y del escándalo armado en torno a él está el enorme negocio de las trasnacionales farmacéuticas entre cuyos accionistas más conspicuos se encuentran ex funcionarios del pasado gobierno nefasto de Bush.
Y justo cuando un modelo político y económico basado en el más encarnizado individualismo se fractura y deja ver sus heridas, el sistema sanitario mundial con la OMS a la cabeza se pone en alerta por la peste que nos vuelve a todos un poco chiflados sospechando de la tos del vecino y viendo como el Fondo Monetario Internacional aprueba créditos millonarios para afrontar la " crisis " como el concedido a México por un monto de 47 millones de dólares, lo que significa aumentar la deuda externa que la termina pagando el pueblo.
En resumen: Qué clase de pandemia es esta. Mientras, más de tres millones de africanos han muerto en los últimos 4 años de la pandemia llamada HAMBRE, y la Malaria, una enfermedad del llamado Tercer Mundo afecta a más de cien millones de personas, la mayor parte de ellos niños que mueren, el porcentaje de víctimas por el negocio de la gripe A H1N1 hasta ahora no supera el 0.5 por ciento.

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