Desde la campaña electoral de 2006 el Ecuador ha sobrellevado una actividad política intensa e incesante, con la consulta popular, la elección de asambleístas, la aprobación de la Constitución y las elecciones generales del 26 de abril último.
El largo proceso destinado a encontrar un camino estable por el que enrumbar el futuro inmediato del país, ha concluido. El pueblo aprobó en las urnas que el Presidente extienda su mandato cuatro años adicionales al período por el que había transitado ya más de medio trayecto.
Están dadas las condiciones para iniciar una etapa de realizaciones sociales y económicas acordes a las promesas oficiales de una revolución ciudadana. No hay tiempo que perder, sino poner manos a la obra para cumplir lo previsto. Vale reconocer que a pesar del largo lapso de sobresaltos el Gobierno ha impulsado una obra pública importante en estos dos años y medio de gestión, pero vale considerar cuánto más podrá hacerse si con ánimos apaciguados y seguridad democrática, con honestidad, se afrontan las necesidades de la vialidad, la producción, la agricultura, la educación, la salud o la vivienda.
El pueblo ecuatoriano tiene derecho a vivir, trabajar y desarrollarse en paz y tranquilidad. Cuando el país entra este mes en una nueva etapa democrática, inclusive con una Constitución nueva, bien vale invocar a los gobernantes y a los gobernados para que se establezcan lazos de coordinación, de cordialidad y confianza para empujar adelante al país.
Por añadidura, empiezan también su mandato las autoridades seccionales y los asambleístas recién electos, lo que coadyuva a esperar que este mes de agosto sea un pórtico de ingreso a una nueva forma de vivir de los ecuatorianos.
El largo proceso destinado a encontrar un camino estable por el que enrumbar el futuro inmediato del país, ha concluido. El pueblo aprobó en las urnas que el Presidente extienda su mandato cuatro años adicionales al período por el que había transitado ya más de medio trayecto.
Están dadas las condiciones para iniciar una etapa de realizaciones sociales y económicas acordes a las promesas oficiales de una revolución ciudadana. No hay tiempo que perder, sino poner manos a la obra para cumplir lo previsto. Vale reconocer que a pesar del largo lapso de sobresaltos el Gobierno ha impulsado una obra pública importante en estos dos años y medio de gestión, pero vale considerar cuánto más podrá hacerse si con ánimos apaciguados y seguridad democrática, con honestidad, se afrontan las necesidades de la vialidad, la producción, la agricultura, la educación, la salud o la vivienda.
El pueblo ecuatoriano tiene derecho a vivir, trabajar y desarrollarse en paz y tranquilidad. Cuando el país entra este mes en una nueva etapa democrática, inclusive con una Constitución nueva, bien vale invocar a los gobernantes y a los gobernados para que se establezcan lazos de coordinación, de cordialidad y confianza para empujar adelante al país.
Por añadidura, empiezan también su mandato las autoridades seccionales y los asambleístas recién electos, lo que coadyuva a esperar que este mes de agosto sea un pórtico de ingreso a una nueva forma de vivir de los ecuatorianos.