Un hombre del campo cuyas iniciativas en el ámbito de la construcción legaron edificaciones que enriquecen la arquitectura urbana de Cuenca en el siglo XXI

El reconocimiento universal premia un trabajo de siglos de respeto a la topografía regada por los ríos, un barranco de por medio, para construir un pueblo consciente de su destino. No son los cuencanos de fines del siglo XX los que inspiraron la declaración de la UNESCO, sino los cuencanos de toda la historia.
Antes de que se crearan las facultades de Ingeniería y Arquitectura de la Universidad de Cuenca, ingeniosos constructores levantaron templos, casas y edificios a través de los cuales se evidencia una predisposición hacia lo estético y lo funcional, con iniciativas creadoras basadas en el sentido común.


Decenas de casas diseñó y construyó Lupercio. Grandes y pequeñas, "en cuyas fachadas dejó la huella, no solamente de su firma y año de conclusión, sino también de su técnica constructiva desarrollada de manera autodidacta, con el clásico método de prueba y error, hasta complacer a cabalidad los caprichos de una clientela selecta, que se presentaba con una postal europea, o una fotografía gastada de los inmuebles parisinos visitados en sus viajes a Europa", dice Marcelo Cabrera Palacios, Alcalde de Cuenca y Presidente de las Ciudades Patrimoniales del Mundo.

La declaratoria considera que la casa, en la calle Las Pencas y Camino del Tejar, es un referente de arquitectura y perteneció a Juan Lupercio, reconocido por su talento en la

La Subdirección de Patrimonio Cultural del Austro hizo el estudio del bien inmueble y elaboró la memoria técnica bajo la coordinación de Monserrath Tello, material que sirvió de sustento para el Acuerdo ministerial. "Al tratarse de una Casa Quinta difiere de aquellas de la ciudad al evidenciar características como la construcción aislada, con amplio espacio verde circundante, grandes dimensiones, distribución acorde a las necesidades del campo y detalles decorativos simplificados", apunta. Y añade: "En principio se trataba de una construcción de una sola planta y el maestro Lupercio la modificó con la adición de un piso superior y algunas dependencias, hasta dejarla en el estado actual, siendo un ejemplo más de sus destrezas como constructor".

Lupercio y su esposa María Angelita Capón habían comprado la casa en 1927 a Mariano Gabriel Capón Cabrera €“posiblemente el suegro del constructor-, para hacerla modificaciones conforme las necesidades de la familia creciente y los nuevos usos. Allí nacieron y crecieron sus cinco hijos, al menos dos de los cuales heredarían las aptitudes del padre pero ya con formación académica en las facultades de Ingeniería y Arquitectura.
Algunas edificaciones construidas por Lupercio

En varias zonas del centro histórico de Cuenca hay casas construidas por Lupercio y no están identificadas con su nombre, como las de la calle Bolívar en las esquinas con las transversales Tarqui y Juan Montalvo. El constructor dejó de poner su nombre en las fachadas, cuando los ingenieros y arquitectos graduados empezaron a protestar por la competencia que les hacía el maestro empírico.
El Subsecretario de Patrimonio Cultural del Ministerio de Cultura, Florencio Delgado, al entregar al Alcalde de Cuenca el Acuerdo que declara la casa Lupercio patrimonio cultural del Estado, destacó el interés de la dependencia gubernamental por fortalecer los valores que distinguen a la imagen de Cuenca. "Hay hombres grandes que dejan su huella en el mundo, Lupercio sin duda fue uno de ellos y su huella perdura en el legado de la arquitectura cuencana, Patrimonio Cultural de la Humanidad", dijo el Alcalde Cabrera al agradecer el reconocimiento.
Personaje con liderazgo
Luis Lupercio es afamado como un constructor valioso entre los años 30 y 70 del siglo pasado, pero poco es conocido como ciudadano y líder del barrio y promotor de iniciativas que aún perduran.
Joven aún, había fundado el Club de Amistad 19 de Marzo, que se reunía en su domicilio para promover actividades sociales y culturales con el vecindario. Algunas modificaciones de su vivienda surgieron en función del uso social que la daba, como el oratorio, con una capilla en el segundo piso, donde los domingos se oficiaban misas para los habitantes del barrio.


Por varios períodos fue Presidente de la Sociedad de Obreros de la Salle, organización creada en 1902 por el sacerdote Víctor J. Cuesta. Los antiguos

Hombre de profundas convicciones católicas, formó su familia bajo rigurosas normas cristianas y promovió la participación

También, por muchos años, fue prioste del tercer día de las fiestas del Septenario, dedicado a los obreros. Él se preocupaba de las bandas de música, los cohetes, globos y castillos con los que se rendía homenaje al Santísimo en los actos litúrgicos y festivos en la Catedral de Cuenca y en el parque Calderón.
A lo largo de su vida, fue reconocido por organizaciones barriales, culturales y por la Municipalidad, por el aporte que ofreció en bien de la ciudad como extraordinario constructor o promotor de actividades de interés social. Murió en 1991.