Un hombre del campo cuyas iniciativas en el ámbito de la construcción legaron edificaciones que enriquecen la arquitectura urbana de Cuenca en el siglo XXI
Cuenca es Patrimonio Cultural de la Humanidad por la sensibilidad de su gente, que ha sido capaz de armonizar los paisajes admirables sobre los que se asienta, con la fisonomía urbana.
El reconocimiento universal premia un trabajo de siglos de respeto a la topografía regada por los ríos, un barranco de por medio, para construir un pueblo consciente de su destino. No son los cuencanos de fines del siglo XX los que inspiraron la declaración de la UNESCO, sino los cuencanos de toda la historia.
Antes de que se crearan las facultades de Ingeniería y Arquitectura de la Universidad de Cuenca, ingeniosos constructores levantaron templos, casas y edificios a través de los cuales se evidencia una predisposición hacia lo estético y lo funcional, con iniciativas creadoras basadas en el sentido común.
Luis Lupercio Lupercio, nacido en 1902 en San Pedro del Cebollar, maestro albañil típico del medio, es uno de esos personajes. Representa toda una época en el desarrollo urbano de Cuenca, con edificaciones que combinaron sus ideas con modelos europeos basados en muestrarios traídos por exportadores de sombreros de toquilla y hombres de cultura que entonces descubrieron el Viejo Continente.
Decenas de casas diseñó y construyó Lupercio. Grandes y pequeñas, "en cuyas fachadas dejó la huella, no solamente de su firma y año de conclusión, sino también de su técnica constructiva desarrollada de manera autodidacta, con el clásico método de prueba y error, hasta complacer a cabalidad los caprichos de una clientela selecta, que se presentaba con una postal europea, o una fotografía gastada de los inmuebles parisinos visitados en sus viajes a Europa", dice Marcelo Cabrera Palacios, Alcalde de Cuenca y Presidente de las Ciudades Patrimoniales del Mundo.
El personaje vivió en el barrio El Tejar, al noroccidente de Cuenca, en aquellos tiempos caserío distante del centro urbano, donde su propia casa acaba de convertirse en bien perteneciente al patrimonio cultural del Estado por Acuerdo del Ministro de Cultura, Ramiro Noriega, de fecha 6 de febrero del año en curso.
La declaratoria considera que la casa, en la calle Las Pencas y Camino del Tejar, es un referente de arquitectura y perteneció a Juan Lupercio, reconocido por su talento en la construcción de inmuebles, a partir de 1930. Además, "posee características arquitectónicas, artísticas, funcionales y técnico constructivas relevantes que deben ser conservadas, rehabilitadas y protegidas de manera urgente para evitar su pérdida irreparable o que se realice cualquier intervención que pueda dañar la forma y estructura original".
La Subdirección de Patrimonio Cultural del Austro hizo el estudio del bien inmueble y elaboró la memoria técnica bajo la coordinación de Monserrath Tello, material que sirvió de sustento para el Acuerdo ministerial. "Al tratarse de una Casa Quinta difiere de aquellas de la ciudad al evidenciar características como la construcción aislada, con amplio espacio verde circundante, grandes dimensiones, distribución acorde a las necesidades del campo y detalles decorativos simplificados", apunta. Y añade: "En principio se trataba de una construcción de una sola planta y el maestro Lupercio la modificó con la adición de un piso superior y algunas dependencias, hasta dejarla en el estado actual, siendo un ejemplo más de sus destrezas como constructor".
Lupercio y su esposa María Angelita Capón habían comprado la casa en 1927 a Mariano Gabriel Capón Cabrera €“posiblemente el suegro del constructor-, para hacerla modificaciones conforme las necesidades de la familia creciente y los nuevos usos. Allí nacieron y crecieron sus cinco hijos, al menos dos de los cuales heredarían las aptitudes del padre pero ya con formación académica en las facultades de Ingeniería y Arquitectura.
Algunas edificaciones construidas por Lupercio
Entre las obras construidas por Lupercio constan la actual Casa del Migrante de la Municipalidad de Cuenca, en las calles Luis Cordero y Honorato Vázquez; el edificio del Banco Internacional, en las calles Borrero y Sucre; el antiguo colegio Manuel J. Calle, en las calles Tarqui y Sangurima; el edificio Luis Cornejo en las calles Córdova y General Torres; la casa de Jorge Calvache en las calles General Torres y Rafael María Arízaga; el edificio del colegio nocturno San Francisco, en la calle Tarqui entre Gran Colombia y La Mar, así como un inmueble al frente, donde pasó a vivir Lupercio cuando decidió residir en el centro de la ciudad.
En varias zonas del centro histórico de Cuenca hay casas construidas por Lupercio y no están identificadas con su nombre, como las de la calle Bolívar en las esquinas con las transversales Tarqui y Juan Montalvo. El constructor dejó de poner su nombre en las fachadas, cuando los ingenieros y arquitectos graduados empezaron a protestar por la competencia que les hacía el maestro empírico.
El Subsecretario de Patrimonio Cultural del Ministerio de Cultura, Florencio Delgado, al entregar al Alcalde de Cuenca el Acuerdo que declara la casa Lupercio patrimonio cultural del Estado, destacó el interés de la dependencia gubernamental por fortalecer los valores que distinguen a la imagen de Cuenca. "Hay hombres grandes que dejan su huella en el mundo, Lupercio sin duda fue uno de ellos y su huella perdura en el legado de la arquitectura cuencana, Patrimonio Cultural de la Humanidad", dijo el Alcalde Cabrera al agradecer el reconocimiento.
Personaje con liderazgo
Luis Lupercio es afamado como un constructor valioso entre los años 30 y 70 del siglo pasado, pero poco es conocido como ciudadano y líder del barrio y promotor de iniciativas que aún perduran.
Joven aún, había fundado el Club de Amistad 19 de Marzo, que se reunía en su domicilio para promover actividades sociales y culturales con el vecindario. Algunas modificaciones de su vivienda surgieron en función del uso social que la daba, como el oratorio, con una capilla en el segundo piso, donde los domingos se oficiaban misas para los habitantes del barrio.
La residencia tenía una amplia sala para asambleas de los vecinos o para eventos especiales, como recibir a las autoridades o candidatos que se arrimaban a la sombra de Lupercio para sus promociones. Militante en el Partido Conservador, tenía la casa a disposición de sus candidatos en las campañas electorales, como muestran viejas fotografías que conservan los familiares.
Por varios períodos fue Presidente de la Sociedad de Obreros de la Salle, organización creada en 1902 por el sacerdote Víctor J. Cuesta. Los antiguos miembros de ella recuerdan del entusiasmo con el que dirigía Luis Lupercio la Sociedad, siendo memorable la disputa que entabló con el capellán que estuvo a punto de adueñarse de las propiedades para fundar allí la que sería Universidad Católica. La Sociedad es dueña de casi un manzano entero de edificaciones entre las que hay un templo, aulas, áreas sociales, patios, viviendas y un museo.
Hombre de profundas convicciones católicas, formó su familia bajo rigurosas normas cristianas y promovió la participación familiar y social en actos tradicionales de religiosidad, como el Pase del Niño Rey, el 5 de cada enero, antecedente del futuro Pase del Niño Viajero: era una procesión de San Blas al templo del Cenáculo, con danzantes, reyes magos, pastores, mayorales, etc. para rendir culto al la imagen del Niño Dios que el padre Aulestia donó a la iglesia de El Cenáculo.
También, por muchos años, fue prioste del tercer día de las fiestas del Septenario, dedicado a los obreros. Él se preocupaba de las bandas de música, los cohetes, globos y castillos con los que se rendía homenaje al Santísimo en los actos litúrgicos y festivos en la Catedral de Cuenca y en el parque Calderón.
A lo largo de su vida, fue reconocido por organizaciones barriales, culturales y por la Municipalidad, por el aporte que ofreció en bien de la ciudad como extraordinario constructor o promotor de actividades de interés social. Murió en 1991.