Que los logros que se habrán conseguido con los minutos preciosos del diálogo entre Lenín Moreno con Trump, arroje resultados prácticos. Y los ochocientos gringuitos maestros de inglés que vendrán a enseñar un correcto English americano a nuestros profes, vengan a eso, y no a otros menesteres

La Embajadora ecuatoriana en Norteamérica, señora Ivonne Baki, parece haber logrado lo que su antecesor, el probo y sesudo embajador Francisco Carrión, no lo pudo, es decir la consecución de una cita, nada menos, que con Donald Trump, quien no es muy amigo que se diga de dialogar con representantes de países pequeños y poco significativos para su política imperial.

En efecto, recordemos que Ivonne Baki presumía de ser amiga de Trump, cuando este ni siquiera se la soñaba con llegar a la Casa Blanca, y tan solo era un multimillonario magnate especializado en eventos como el Miss Universo. La hoy embajadora logró que tan controvertido y desprestigiado certamen de belleza viniera a la Línea Equinoccial, donde nuestras ingenuas autoridades montaron medidas de seguridad que ya las quisieran los simples ciudadanos, que a diario viven inseguros por los embates de la delincuencia, organizada o no.

Doña Ivonne, no bien posesionada de su embajada, seguramente habló con su “pana” Trump y le persuadió de recibir a la delegación ecuatoriana para el “besamanos” que las naciones tributarias, desde tiempos bíblicos, suelen realizar ante los imperios de turno, contra los que clamaban los profetas, anti imperialistas de la Edad Antigua. Pues bien, una numerosa comitiva encabezada por Lenín Moreno fue a la Casa Blanca y consiguió por lo menos la atención por unos minutos del Magnate presidente, gran hazaña por supuesto, y algunas ventajas para el Ecuador, como la excensión de los aranceles para nuestros productos, eterno dolor de cabeza para el país todos los fines de año, y la posibilidad de recibir un trato menos despectivo en cuanto a las siempre inequitativas relaciones entre una super potencia y una nación a la cual se la conoce solo por Galápagos en el imaginario mundial.

La señora embajadora cumplió su papel. Es que las amistades suelen conseguir mucho más que kilos de papel usado en memorándumes, estudios internacionalistas, análisis geopolíticos. Recordemos el ping pong de Nixon con su colega chino en el principio de las relaciones entre los dos colosos, o el “beso” a la rusa que Nikita Kruschev propinó a Fidel en su primera visita a Moscú.

Señora Baki aparte, claro que la reciente visita de Lenín Moreno a la Casa Blanca tiene otros ingredientes, como la pragmática visión del Departamnto de Estado Norteamericano de cerrar la brecha del Pacífico, hoy en disputa como “Mar Imperial” entre China y los EE.UU. y qué mejor que el país aislado que fue Ecuador durante el correato, pase a formar parte de la cadena pro norteamericana que desde Alaska al Cabo de Hornos acota esta porción del planeta a la influencia de los EE.UU. mientras Rusia y China mantienen su “cabeza de puente” geopolítico en la devastada Venezuela, víctima de las superpotencias que juegan aquel famoso “Gran Juego”, una especie de ajedrez, pero que en lugar de alfiles y peones, se juega con países.

Bien, cabe esperar que la plétora de “logros” que se habrán conseguido con los minutos preciosos del diálogo, vía intérprete, entre Lenín Moreno con Trump arroje resultados prácticos. Y que los ochocientos gringuitos maestros de inglés que vendrán al Ecuador para enseñar un correcto English americano a nuestros profes, vengan a eso, y no a otros menesteres.

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