Por Yolanda Reinoso

 

Las palmeras datileras se encuentran en los parterres de cada avenida en Emiratos Árabes y son comunes en los jardines de las casas. Los árabes encuentran en esta fruta un símbolo de identificación cultural y natural.

 

Hace unos días atrás recibí un mensaje de un ávido lector, quien me escribía para preguntarme a qué saben los dátiles a propósito de haber leído la novela “Días de Arena y Dátiles” de mi autoría. Su pregunta me hizo ver que nunca le he dedicado este espacio a esa fruta que tiene un interés especial para mí. El interés está marcado no solamente por mis largos años de residencia en Medio Oriente junto a mi esposo Kevin, sino porque la pregunta del referido lector no es tan simple de contestar. Para generalizar, se puede decir que los dátiles son muy dulces y que tienen una consistencia similar a la de las ciruelas pasas.

   Esta descripción no abarca, sin embargo, la gran variedad de dátiles que existen. El producto se encuentra en cualquier supermercado de los Emiratos Árabes, y a los supermercados les abastecen las tiendas que se especializan en empacar el producto según el tipo de dátil de que se trate. Así pues, quizá no hay mejor lugar en Dubái para aprender sobre los dátiles que el mercado de las especias. Aquí un vendedor nos explica que el tiempo que el dátil ha permanecido en la palmera antes de ser cosechado es lo que determina que sea blando o tierno, seco o semiseco. 
 
   Los dátiles blandos son los que se recogen cuando están aún tiernos, justo antes de su maduración, pero ya listos para el consumo. Aunque son los más dulces que hay, tienen un límite muy corto de tiempo antes de que su piel empiece a secarse, con lo que pierden la intensidad de la dulzura. Cuando el dátil madura por completo en la palmera y sólo entonces es recogido, es del tipo más seco que hay, pero tiene la ventaja de que puede conservarse hasta dos años sin refrigeración. Además, el valor nutritivo del dátil seco es mucho mayor en ácidos grasos y proteína.
 
   El mismo vendedor nos explica que el color, tamaño y consistencia del dátil es el que determina el nombre que toma cada especie. El dátil semi-seco de color rubio opaco se conoce como “deglet noor”. Este nombre significa “dátil de la luz” porque su aspecto es ligeramente traslúcido. La variedad “medjool”, que es la que más comúnmente se halla en los supermercados del emirato aquí mencionado, es conocida como “el rey de los dátiles” puesto que los mejores frutos alcanzan hasta cinco centímetros de largo. Tienen un color caoba y son altos en humedad, por lo que su dulce sabor va acompañado de una textura muy suave al paladar.
 
   Otra variedad bastante común en Emiratos Árabes es la llamada “zahidi”, que se parece a la “deglet noor” en el color rubio de la piel del fruto, pero sin la propiedad traslúcida. Este tipo de dátil es más pequeño y un poco menos dulce que otras variedades.
 
   Como anécdota personal, hace un par de años, cuando le obsequié a mi cuñada una caja de dátiles comprada en Dubái pero proveniente de Irán, ella se sorprendió. Con su inmenso cariño, me abrazó preguntándome por qué de Irán. La explicación es que, debido a la gran variedad de dátiles, Emiratos Árabes ha abierto su mercado a la importación desde otros países e Irán es el mayor productor de dátiles.
 
   Además, es común ver en Emiratos un plato de dátiles en el lobby de los hoteles, en la recepción de oficinas públicas, en el escritorio de los profesores árabes de la universidad. Quizá uno de los convites que más me ha sorprendido fue el año pasado cuando un apreciado colega, el Dr. Abdullah, me hizo partícipe de unos dátiles comprados en su viaje de peregrinación a La Meca. Se trataba de dátiles cubiertos por una mezcla de comino y cardamomo.    
 
   Personalmente, prefiero lo dulce por sí solo, pero esto da cuenta de la inmensa variedad de sabores que pueden añadirse a esta fruta que, por siglos, constituyó la base alimentaria de los beduinos en su ardua vida en el desierto.
 
   Las palmeras datileras, cuyo nombre científico es “Phoenix Dactylifera”, se encuentran en los parterres de cada avenida en Emiratos Árabes y son comunes en los jardines de las casas. Los árabes encuentran en esta fruta un símbolo de identificación cultural y natural, dado que la palmera se da a la perfección en suelo arenoso desértico, siempre y cuando canales de agua mantengan la humedad de la capa arenosa más profunda.
 
   En invierno, los racimos de dátiles se ven verdes y, a menudo, sus cuidadores los envuelven en redes para protegerlos de plagas y de la arena que suele cubrir las palmeras, en especial durante las fuertes tormentas que el desierto genera. En verano, el característico color caoba y/o rojizo de ciertos dátiles anuncia que es hora de cultivar la fruta. Más allá del dulce deleite que provee un dátil, esta fruta es parte de la sensación tan familiar que Emiratos Árabes me infunde.
 

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