El Arzobispo de Cuenca, Monseñor Luis Alberto Luna, hizo una crítica severa a ciertos contenidos del Pase del Niño, en una entrevista publicada en la revista Avance en 1984

Se ha dado una regresión en la actitud de la Iglesia y del público frente a los conceptos de religiosidad de los actuales tiempos. En febrero de 1984 –algo más de tres décadas atrás- el arzobispo Luis Alberto Luna Tobar fue entrevistado en la revista AVANCE sobre temas de interés cultural, social y religioso. Él llevaba entonces tres años al frente de la Arquidiócesis. Ahora, anciano de más de 90 años, asilado en un hogar gerontológico de Quito, es un recuerdo valioso que amerita rescatarlo en temporadas como la presente.


   “Como tesis, nunca he facilitado aquella actitud de las personas que reducen la fe a simple piedad sensible, que creen que no puede haber más piedad que la conocida y en los modos siempre conocidos y que colocan lo extraordinario, lo milagroso o mágico, como máxima aspiración de lo religioso en la vida… Es cierto que, por lo mismo, me he opuesto a todo lo que pueda ser magia, costumbrismo pagano enraizado en expresiones religiosas, etc. Me duele y me opongo a  la expresión de fe que va mezclada con alcohol o con explotación económica y social de necesitados o no necesitados…”


   “Confieso que es mentira aquello que se dice sobre mi posición al famoso Pase del Niño, al que personalmente quisiera que se le liberase de tanta adulteración como tiene en lo costumbrista y se le diera más sentido cristiano en sus expresiones, para que sea catecismo y no disfraz su contenido… Me opongo, por amor a Cuenca, que entre en crisis el villancico para que florezcan las cumbias… Me duele que si es expresión de folclore, no se autentifique en todo y si es expresión de fe, no se la defina del todo… También es cierto que, obedeciendo a la liturgia de la Iglesia, que es nada accidental en ella, sino al contrario, expresión de todo el contenido de fe, haya determinado que las llamadas Misas de Niño , con sus consiguientes pases, se celebren en tiempo adecuado y no cuando ya la liturgia nos presenta a Cristo hombre ya formado, no niño o adolescente. No tengo miedo a oponerme a todo aquello que debo reformar por exigencia de Iglesia…”

El recién posesionado Arzobispo de Guayaquil, Luis Cabrera, se dio tiempo para bendecir la chicha y otros ingredientes para la Pasada del Niño Viajero del 24 de diciembre en Cuenca

   El Pase del Niño Viajero, el 24 de diciembre último, fue un acontecimiento de interés turístico capaz de alcanzar resonancia que sobrepasa los motivos religiosos, con el apoyo espectacular de medios públicos y privados y de las modernas redes sociales que universalizan y cautivan a la humanidad de hoy.

   El arzobispo Luis Cabrera, recién dado el pase a Guayaquil luego de seis años de dirigir la arquidiócesis de Cuenca, fue uno de los promotores de este acontecimiento singular de tradición y religiosidad cuencana y estuvo junto a los priostes de la celebración, apoyando la programación y bendiciendo los miles de galones de chicha con los que se regaló a las multitudes participantes en el Pase del Niño Viajero de esta temporada

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