Luis Villavicencio, apodado Atacocos, fue un recitador de burlescas coplas populares en las calles de Cuenca. Su caso se actualiza con animadores de televisión, futbolistas y árbitros, reporteros y algún payaso, escogidos para candidatizarlos a las elecciones de asambleístas en 2017

   Pese a las similitudes entre aquél caso y la situación actual, hay una diferencia notable: Atacocos, sin su consentimiento, fue candidato de mofa del partido Liberal, que decidió no participar en la elección de diputados para la Asamblea Constituyente, aduciendo que la dictadura de Velasco Ibarra, con el partido Conservador, preparaban fraude.
 
   En cambio los candidatos de la campaña electoral que se avecina han aceptado su participación con el apoyo de movimientos y partidos políticos reconocidos por el Consejo Nacional Electoral. A la postre, en ambos casos, su fuerte es la popularidad del uno y de los otros, a su manera.  
 
   El 30 de marzo de 1946 el Presidente Velasco Ibarra se proclamó dictador, luego que gobernaba desde que fuera proclamado tras el derrocamiento militar de Arroyo del Río en “La Gloriosa” del 28 de mayo de 1944. Entonces convocó a las elecciones para la Asamblea Constituyente que el 10 de agosto siguiente le reconoció como Presidente Constitucional.
 
   Cuenca fue la ciudad donde más se habían polarizado las rivalidades entre el Partido Conservador y el Liberalismo, partido este último que tenía entre sus líderes visibles a Andrés F. Córdova y Antonio Abraham Barzallo. Por entonces ser católico era sinónimo de conservador y ellos eran acusados de masones.
 
   El Diario del Sur, dirigido por el sacerdote Carlos Terán Centeno, libró batallas cotidianas contra el liberalismo. “El Ecuador va a jugar seguramente su última partida; la suerte de la nación dependerá si los católicos concurren a no a dar su voto; pues a pesar de que mucho se ha dicho y se ha insinuado todavía hay individuos que han manifestado actitud indiferente y por qué no decirlo, criminal, ya que no otra cosa significa la abstención en estos momentos de vida o muerte para la patria ecuatoriana”, decía un comentario antiliberal del 14 de junio de 1946.
 
   El Editorial del diario, el 27 de junio, tres días antes de las elecciones, con el título  “¿A quién pertenece la República?”, respondía así: “Cabalmente, es la cuestión discutida ardientemente en estos días, en el estadio de la política y en el duelo entre el gobierno del pueblo y los grupos reducidos de la oposición. Principalmente en los comicios electorales para la designación de los Diputados a la Constituyente, se trata de saber a quién corresponde el dominio del país, más propiamente aún, el territorio y los habitantes del Ecuador”. Y concluía:  “El Ecuador se pertenece al más poderoso Emperador. Luego, Él lo reivindicará a su dominio. Sencillo silogismo, que no está escrito en la Carta Fundamental de la República, sino en aquella Carta Universal de las naciones y de los individuos: en el Catecismo elemental”. 
 
El Diario del Sur publicó la lista de los diputados electos en 1946. El nombre de Luis Villavicencio, apodado Atacocos, aparece, dentrodel círculo, como N.N.
   Las rivalidades entre los partidos Liberal y Conservador se expresaban en virulentas publicaciones de El Mercurio y Diario del Sur, el primero de ellos bajo la responsabilidad de Nicanor Aguilar, también sacerdote.
 
   En esas circunstancias, el liberalismo improvisó la candidatura de Luis Villavicencio, Atacocos, para burlarse del proceso electoral. El personaje obtuvo la votación para ganar una curul, junto a los candidatos conservadores Carlos Arízaga Toral, Manuel Antonio Corral Jáuregui, Gabriel Peña Jaramillo y Emiliano J. Crespo.
 
   “Por supuesto que lo descalificaron, pero nuestro Honorable Atacocos se paseaba orondo, con esponjosas prosas y empaque de verídico y engreído miembro de la Cámara Baja del Congreso. Para mayor e hiperbólico hinchamiento ostentaba en la espalda de su frac, este importantísimo aumentativo, un considerable y rimbombante rótulo: DIPUTADO SALVOHONOR POR PARTIDO CONSERVADOR…”, reseñó Gonzalo h. Mata en un opúsculo intitulado Vida y Hazañas del muy Ilustre Señor Don Luis Villavicencio (Atacocos), publicado por primera vez en 1972 y del que luego salieran varias ediciones.
 
   Villavicencio era un hombre del pueblo, en cuyo alrededor se formaban corros para escuchar sus versos improvisados, generalmente satíricos y burlones, dedicados a personajes de la política y hombres importantes.
 
   El apodo de Atacocos le gritaban los jóvenes que entonces, a su modo, hacían bulling, provocando su reacción con insultos o con piedras que sacaba de los bolsillos para tirar a los “malcriados”. Cuando se acostumbró al apodo y ya no le hacia caso, los mozuelos se inventaron otro: Caballo de la Carroza, por asemejarle a los animales que entonces arrastraban los remolques para llevar los muertos al cementerio. A las malas palabras con las que respondía a las ofensas, Atacocos añadía la palabra Pigrañón, rebuscada palabra cuyo significado sería el de ocioso.
 
   Nadie conocía de dónde apareció el personaje, del que se decía era hijo de un cura párroco y que inclusive había asistido al seminario para hacerse cura, pues sus versos los alternaba con latinajos para hacerlos más burlescos. Su genio y su figura, cobran actualidad con la temporada pre electoral del Ecuador en los presentes días y ciertos candidatos…
 
   Un día, posiblemente en los primeros años de la década de los 50 del siglo pasado, apareció muerto en una banca del parque Calderón, con golpes en el cuerpo. Nunca hubo una investigación para descubrir a los autores de alguna venganza por las desvergonzadas “verdades” que recitaba en las calles en contra de emperifollados personajes de la política y la cultura de Cuenca.
 

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