Por Yolanda Reinoso*

 

Su construcción duró cinco años y de día o de noche se veía las luces encendidas de las grúas y de las estaciones de trabajo, con hombres prendidos a la estructura con un arnés que, dada la altura, no parecía seguro. Alrededor de 6.000 albañiles la construyeron por un promedio $6,86 dólares al día
 
 
Desde cuando el emirato de Dubai comenzó a construir la torre Burj Khalifa en el año 2004, el proyecto llamó la atención porque una edificación de 828 metros de alto parece imposible. Hoy, la torre es una realidad y nadie se cansa jamás de observarla porque es, sin duda, no sólo una construcción espléndida en altura sino también en estética. 
 
   Este año cayeron dos buenos aguaceros en Dubai, lo cual se considera de gran suerte dada la aridez de la zona. Nuestra reservación para subir al mirador conocido como “At the Top” coincidió con la lluvia anual. Cuando ésta se detiene, el ambiente cargado de arena se limpia al punto de que extraña ver el verdor real de las palmeras datileras. Además, el aire limpio permite vistas del perfil urbano a kilómetros de distancia. Esta suerte increíble no se extiende por más de 48 o 72 horas, puesto que el viento propio del desierto vuelve a cargar de arena el ambiente. Resultó pues que mi madre –Carmen- y mi tía –María- se encontraban con nosotros para compartir la suerte del aire repentinamente limpio.
 
Antes de tomar el elevador, nos detenemos a observar las grandes pantallas que a la entrada muestran las distintas etapas de la construcción. En un video que muestra un esqueleto de lo que hoy es la torre de cristal y acero, a aproximadamente 400 metros de altura, varios albañiles originarios de India, miran a la cámara con desconcierto y cansancio. El trabajo de construcción duró 5 años y quedará por siempre en la memoria de quienes vivimos en EAU porque a cualquier hora del día, la noche o la madrugada, se podían ver las luces encendidas de las grúas y de las estaciones de trabajo, con hombres uniformados de azul o gris, con chaleco de seguridad y casco, prendidos a la estructura gracias a un arnés que, dada la altura, no parecía seguro. Alrededor de 6.000 albañiles completaron el trabajo ganando en promedio $6,86 dólares al día.
 
El ascensor nos lleva hacia el piso 124 en cuestión de poco menos de un minuto. Al salir, grandes ventanales permiten una primera vista panorámica de la ciudad. Los edificios más cercanos a la torre parecen, de repente, insignificantes desde esa altura. El Golfo Pérsico se extiende de noreste a sudoeste en la costa, dejando ver a lo lejos el emblemático hotel “Burj Al Arab” con su forma inspirada en un barco de vela, así como el complejo de islas “The Palm” (La Palmera) y “The World” (El Mundo). La construcción de “The World” se halla detenida debido a la falta de interés en la propiedad inmobiliaria que se proyectaba construir. La vista de la famosa fuente musical inspirada en la que se encuentra en Las Vegas resalta desde lo alto debido al azul cardenillo de sus azulejos. Este color llama la atención porque los edificios de color beige, gris o blanco, abundan en Dubai. El primer color es el que predomina seguramente a fin de evitar que la arena que se pega a las fachadas resalte al punto de deslucir a una ciudad cuyo punto principal de interés radica en la arquitectura contemporánea.
 
Panorámica desde lo alto de la torre. 
A la derecha la autora con su madre, al centro,  y una tía, con la ciudad al fondo
 
Uno de los complejos arquitectónicos más llamativo es el que corresponde al centro internacional financiero, donde se pueden observar edificios de extrañas formas, incluyendo dos como delfines. Está también el “World Trade Center” que puede llamar la atención debido a que se había edificado en los años 90 y, por lo tanto, su estilo menos contemporáneo contrasta con el de las torres que le rodean. En medio de un perfil urbano tan contemporáneo, la torre llamada Al Yaqoub, inspirada en el famoso Big Ben londinense, sobresale por su gusto europeo tradicional.
 
Hacia las seis de la tarde, la gente se reúne alrededor de los ventanales que dan hacia occidente para ver la puesta de sol. En Dubai, en un día cualquiera con la nubosidad adecuada, se pueden apreciar unos atardeceres espectaculares con un sol inmenso que recuerda las comunes palabras de que el astro rey es una bola de fuego. Una vez que el astro se oculta, la ciudad empieza a iluminarse paulatinamente, y entonces decidimos descender a la planta baja. Haber estado en el mirador “At the top” no es una experiencia que deba limitarse a una vista rápida ni al deseo mundano de poder decir que se ha estado en la torre más alta del mundo. Se trata de mirar hacia el horizonte desde una perspectiva que cambia la visión cotidiana que uno tiene de la ciudad. Esto se puede equiparar con detenerse a mirar la vida misma desde otro ángulo. Ese ángulo debe ser distinto a aquel desde el cual miramos a diario, porque éste último nos impide darnos cuenta de que la vista de los días más comunes puede volverse un espectáculo.
 

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