La posibilidad de recuperar la corona de oro que ciñó la frente del poeta cuencano Remigio Crespo Toral, hace casi 98 años, quedó abierta a raíz de la difusión de documentos irrefutables –publicados en AVANCE de mayo anterior- sobre el sitio al que fue a parar ese tesoro cultural e histórico desde 1999.
 
Cuando hace dos años se denunció la desaparición, la noticia fue un escándalo nacional. Ahora, cuando se conoce quiénes deben responder por la reliquia, la “noticia” no ha tenido la misma repercusión que su extravío. Las noticias son buenas noticias, cuando son malas, y no son noticia, si son buenas. Preocupa que quienes deben sacar la cara frente al caso, guarden absoluto silencio. Además, las instituciones culturales, de patrimonio cultural, la Casa de la Cultura, la Universidad, deben reclamar las investigaciones pertinentes para que ese bien que pertenece a la ciudad de Cuenca, vuelva al sitio que le corresponda para conocimiento y admiración del público. La Dirección del Museo Crespo Toral, que sí se ha interesado por el tema, necesita el mayor respaldo para cumplir el reto de recuperar el valioso objeto al que se dio por perdido.
 
Según los documentos publicados y cuya autenticidad ha sido confirmada con certificación notarial, la corona del poeta Crespo Toral pasó a manos de la Comunidad Dominicana. ¿No sería de esperarse que sus directivos rompieran cuanto antes el silencio para colaborar en el descubrimiento de la verdad?
 

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