Facsimilar de un antiguo documento de cuya lectura vale disfrutar, haciendo un buen esfuerzo, aprovechando de la temporada de apagones eléctricos.
Casi al voltear el primer cuarto del siglo XXI los ecuatorianos vivimos tiempos del siglo XIX, cuando ni se soñaba en el servicio de energía eléctrica, refrigeradoras, alumbrado público o duchas de agua caliente.
Sin comentarios, para que los lectores disfruten de un mandato municipal de 1893 –hace 131 años-, para iluminar las calles en noches sin luna, publicamos, tal cual, una hermosa ordenanza que acaso valdría ponerla en vigencia en estos días.