Al desarrollo científico y tecnológico se suman implicaciones jurídicas, bélicas y aún éticas que deben considerarse para velar por la defensa de la naturaleza y la protección de la sociedad humana
Los problemas ambientales no son producto de la fatalidad, están relacionados con las intervenciones humanas. Y presentan muchos componentes, no sólo el económico, también el científico y el tecnológico, el político y jurídico, el social en su conjunto. Desde este punto de vista, hay que preguntarse por la naturaleza de las intervenciones o acciones humanas, es decir, por la forma de cómo se originan y presentan dichas acciones con relación al medio ambiente. ¿cuáles son las consecuencias previsibles a corto, mediano y largo plazo por estas intervenciones? ¿Qué podemos hacer al respecto? Son preguntas inevitables en un análisis ambiental, y la ética se incorpora como manera de preguntarse sobre la conducta de los hombres con el conjunto de la biosfera.
Uno de los componentes fundamentales de la intervención ambiental está relacionado con el desarrollo científico tecnológico, ya que este desarrollo nos ha permitido utilizar la naturaleza para desencadenar situaciones que han puesto en peligro la continuidad de la vida. Desde este punto de vista, podemos vincular la preocupación por el tema del medio ambiente y la ética, con el auge de la ciencia y la tecnología, especialmente desde la Segunda Guerra Mundial.
El tema ambiental está íntimamente relacionado con el desarrollo científico tecnológico y una gran responsabilidad ha dependido de las formas de explotación económica de la sociedad, tanto de los sistemas capitalistas como socialistas, o bien de los valores que las personas tienen frente a la naturaleza, en cuanto amos y poseedores que le permiten usufructuar de ella. Es decir, vamos a tomar como eje de análisis el tema del desarrollo científico tecnológico, pero debe quedar claro que no es el único factor que explica el problema medioambiental que actualmente se vive.
Históricamente se puede vincular esta articulación de ciencia, tecnología y medio ambiente, como una relación problemática, desde mediados del siglo XX, con el final de la Segunda Guerra Mundial en 1945, y especialmente con los años posteriores, teniendo como despliegue en la década de los años 60. Einstein, por ejemplo, va a ser un crítico por la utilización de la energía nuclear con fines armamentísticos; termina por abandonar la física como rechazo al uso del conocimiento en la construcción de la bomba atómica, para dedicarse a la biología y trabajar desde ahí por una ciencia que contribuyera a la vida y no a la destrucción de la vida.
De manera creciente, en la década de los años 60 del siglo XX, se presenta la movilización social por el tema ambiental en el mundo, por ejemplo con la protesta de los estudiantes norteamericanos sobre el uso de Napalm en la guerra de Vietnam; con la protesta social por la carrera armamentista en la llamada Guerra Fría; la preocupación por el uso de la energía atómica para la producción de energía eléctrica, teniendo en cuenta los primeros accidentes de centrales nucleares; y, en general, todo el cuestionamiento a las aplicaciones del conocimiento científico y tecnológico que los jóvenes y diversos sectores sociales hicieron en EEUU. Europa y aún en América Latina, tal como se desprende, por ejemplo, de los primeros trabajos de Ernesto Sábato y Amílcar Herrera al sur del continente, en la óptica de buscar un espacio de desarrollo tecnológico más adecuado para los países latinoamericanos.
De esta protesta social surgió el movimiento ambientalista y también el hipismo, movimientos que le renovaron la esperanza a la sociedad, más allá de la percepción optimista que tenían los gobiernos con el uso de la ciencia y la tecnología, como fuente de solución de los problemas habidos y por haber. Este optimismo estaba asociado a una concepción política sobre el desarrollo.
Pero este optimismo proclamado va a ser cuestionado por la cadena de desastres relacionados con la ciencia y la tecnología, que van a conllevar a la protesta social. Vertidos de residuos contaminantes, accidentes nucleares en reactores civiles y transportes militares, envenenamientos y farmacéuticos, de derramamientos de petróleo, etc.; todo esto no hacía sino confirmar la necesidad de revisar la concepción política del desarrollo científico tecnológico y a su relación con la sociedad y la naturaleza.