Hizo poesía de la buena, con la devoción de los años mozos, con la devoción apasionada para los gozos y padeceres del hombre y de la tierra, como se advierte en sus obras iniciales y de las que deja testimonio a través de varios Cuadernos

Antonio Lloret Bastidas (1920-2000) en 1972 publicó “Motivos de la Poesía Cuencana”, que rinde tributo al Grupo ELAN que cumplió con su ideal y su lucha tesoneramente por largos años. Y, lo hizo en el momento preciso. Un libro que fuese teoría y antología, al propio tiempo, y en el que se recogerá el aliento poético de Cuenca, como testimonio y realidad plena.

Con sencillez, como era su estilo de vida y sin proponerse, casi diría como el agua que corretea por el jardín, Antonio Lloret logra un bello libro de poesía cuencana, al que dedica un estudio preliminar, teórico y panorámico respecto al quehacer cultural y literario de Cuenca desde su posición de independencia frente a toda generación como poeta y escritor.

Posteriormente y a partir de 1981 con el respaldo de una estupenda bibliografía que pone de relieve gran paciencia, largo estudio y deseo de no ser superficial ni improvisador, publicará en cuatro volúmenes “Antología de la Poesía Cuencana”, cuyo último tomo está dedicado al Grupo ELAN y permite contar seguro a la hora de saber cuándo y cómo apareció y vale recordarlo con motivo de una nueva edición del Festival de la Lira, bajo patrocinio del Banco del Austro y su mecenas, Don Juan Eljuri Antón.

ELAN, o sea Impulso, Ímpetu, apareció en Cuenca en 1948 en buen tiempo, a la hora que era necesaria: han pasado siete décadas y sigue victorioso como al comienzo, sin réplica. Su actividad principia dos años antes con la Revista “Galería”, primera clarinada del irrespeto inteligente. ELAN congregó bajo un sentido de homogeneidad, en lo político y en lo cultural, un apretado y calificado contingente de escritores, artistas, poetas y periodistas, entonces estudiantes universitarios, nacidos en Cuenca y en la Provincia de Cañar entre 1922 a 1930.

Según la fuente citada los integrantes de ELAN, con la seguridad de no omitir a ninguno (no están en orden cronológico, tampoco en ningún orden): Hugo Ordóñez Espinosa( único sobreviviente), Francisco Estrella Carrión, Efraín Jara Idrovo, Hugo Salazar Tamariz, Eugenio Moreno Heredia, Ramón Burbano Cuesta, Jacinto Cordero Espinosa, Estuardo Cisneros Semería, José Cuesta Heredia, Teodoro Vanegas Andrade, Julio Jaramillo Arízaga, Julio Montesinos Malo, Arturo Cuesta Heredia, Marco Antonio Sánchez, Enrique Noboa Arízaga y Manuel Orellana Ayora.

A renglón seguido Lloret Bastidas dice: “Enrique Noboa compartió con igual fervor la acción de esta cruzada que realizó una obra paralela entre el buen pensar, el buen decir y el buen hacer. La mayor parte formaron después, en 1958, un Grupo similar: ALTAZOR. Y junto a ELAN, con su aporte de hombría y verdad, sin alardes, sin alharacas de “genios”, muchos amigos fraternos entre los que debe mencionarse a Joaquín Zamora, Arturo Peña Andrade, Victoria Corral Moscoso, Fausto Sánchez Valdivieso, Luis Felipe Arteaga, Claudio Cordero Espinosa, Marcelo Ortiz Tamariz, Francisco Tamariz Valdivieso, Jaime Cobos Ordóñez, Homero Pozo Vélez”.

En “Motivos de la Poesía Cuencana” su autor fue el primero en analizar el contexto de la poesía Elan y afirma que con ella se llevó a cabo la renovación de la poesía cuencana al mediar la década de los años Cuarenta. ELAN, es decir: Efraín Jara Idrovo, Hugo Salazar Tamariz, Eugenio Moreno Heredia, Jacinto Cordero Espinosa, Teodoro Vanegas Andrade, Enrique Noboa Arízaga y Arturo Cuesta Heredia se presentaron de cuerpo entero, con poesía vigorosa, límpida, humana, basamentada en una viva expresión cósmica, en la complejidad angustiada del hombre culto, desesperado por sembrar su paz y sosiego, que bracea fatigadamente según el decir orteguiano, para salvarse del naufragio. No en esa angustia vacua, esa angustia sin motivo, que por pura moda quisieron adoptar algunos poetas de nuevo cuño, de cuyas expresiones parece no quedó nada en la memoria.

La poesía de ELAN es clara como el agua de los ríos natales. Imágenes claras, con una inevitable influencia nerudiana, difícil de esquivarla, cuando aquella voz continental circulaba cálida y familiarmente por toda la tierra hispanohablante, según Lloret.

Al tratar de los poetas de “Elan” y de su poesía, Hernán Rodríguez Castelo se expresó con suma sencillez; dijo: “Viene luego un grupo apretado y coherente como grupo: el “Elan” cuencano. Un ejemplar grupo literario. Gente con clara conciencia de novedad generacional, empeñada en la construcción de su poética con rasgos comunes, enfrentada a una circunstancia paralizante contra la cual irrumpió con obra lírica caudalosa, casi excesiva” …

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