Ecuador quedó en ridículo cuando la ministra Romo señaló, como uno de los motivos para la salida de Assange de la embajada, entre otras cosas, que había manchado con excremento las paredes de la representación diplomática, falta de higiene y majadería, ciertamente, que no debió presentarse a la prensa mundial dentro de las justificaciones para tal decisión

La suspensión del asilo diplomático que el Hacker australiano y ecuatoriano por concesión de la anterior Canciller María Fernanda Espinosa, que desde hace casi siete años mantenía en la embajada ecuatoriana en Londres, provocó no solamente una trepidación política en nuestro país, sino lo que es realmente grave, a nivel internacional, ya que diversos colectivos defensores de los derechos humanos y algunos países alineados con la política antinorteamericana, han acusado al gobierno del Ecuador de violar de forma crasa las convenciones mundiales en materia de asilo diplomático y por supuesto los derechos de Assange en cuanto una persona en riesgo de ser extraditada a un estado (los EE.UU.) donde existe la pena de muerte.

Previa a la expulsión de Julián Assange de la embajada ecuatoriana, el Canciller Valencia señaló que hubo un acuerdo con el gobierno británico ,en el sentido de que no sería extraditado a los Estados Unidos, donde lo reclaman por introducirse en las informaciones de carácter secreto de ese país, y por lo cual Assange se hizo famoso como pirata informático, que reveló al mundo los excesos bélicos y contrarios a los derechos humanos cometidos por la aviación estadounidense en sus guerras de Medio Oriente. Sin embargo, de inmediato a la salida forzada de Assange de nuestra legación diplomática, el gobierno de Gran Bretaña señaló que actuaría con el prófugo de acuerdo a la solicitud de extradición interpuesta por los Estados Unidos. Es decir, lo del acuerdo previo entre la cancillería del Ecuador y el gobierno británico parece naufragar.

Como respuesta a la polémica sacada de Julián Assange de la embajada de nuestro país en Londres, los ataques informáticos contra instituciones públicas y otros sectores en nuestro país se han vuelto exponenciales, y en la comunidad internacional el hecho no es visto como algo legítimo ya que más bien la tendencia a defender el asilo de Julián Assange gana ampliamente a nuestra domésica tesis sobre el caso, es decir que Assange dio motivos para su expulsión por mala conducta, motivo que no contempla ciertamente el protocolo internacional sobe la materia.

Además, el Ecuador quedó en ridículo cuando la ministra María Paula Romo señaló, como uno de los motivos para la forzada salida de Assange de nuestra embajada, entre otras cosas, que había manchado con excremento las paredes de la representación diplomática, asunto de falta de higiene y majadería, ciertamente, pero que no debió presentarse ante la prensa mundial dentro de las justificaciones que el gobierno de Moreno esgrime para haber tomado tal decisión.

 El asunto a nuestro entender es que el gobierno ecuatoriano tomó el caso de las denuncias sobre la supuesta “buena vida” de Moreno en su estancia europea, y los presuntos vínculos de algunos de sus familiares con cuentas off shore en los llamados paraísos fiscales para expulsar a Assange de la embajada. Pretexto inoportuno, si cabe, ya que se superpuso un asunto interno a las implicaciones que en materia del derecho Internacional y los derechos humanos planteaba la salida de Assange.

Como corolario, Ricardo Patiño, al verse de alguna manera implicado en las acusaciones de la presencia de “Hackers” ligados a Assange en nuestro país, dio una rueda de prensa y se fugó al exterior, como es usual justo antes de que la justicia ecuatoriana le redujera a prisión preventiva. Error sobre error, en definitiva, a la cuenta del gobierno de Moreno.

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