Las elecciones de dentro de dos años se aproximan y las diversas formaciones políticas miran hacia allá. La derecha sin duda se ha fortalecido por varias razones, la primera sin duda, el grave descrédito en que quedó el conjunto de la izquierda, a causa de la década correísta con sus fuertes dosis de intolerancia autoritaria, sectarismo y corrupción.


  Una vez que el experimento denominado “Socialismo del Siglo XXI naufragó en una marejada de autoritarismo y corrupción, allí está el triste ejemplo del Madurismo para corroborarlo, a la izquierda, o “las izquierdas” como se prefiera la denominación, le queda en el Ecuador un camino muy arduo para sanearse, reconfigurarse y mirar hacia adelante. El Gobierno de Lenín Moreno, que comenzó como la continuación del Correísmo, aunque sin su autoritarismo desde un principio, ha ido ubicándose hacia la centro derecha del espectro político, inclusive con coqueteos con el Neoliberalismo prístinamente representado por la “Alianza del Pacífico” y sus gobernantes neoliberales.

  El régimen ensaya políticas propias de la Centroderecha, mientras infructuosamente ha pretendido sancionar los casos de corrupción del Correato. Tarea ímproba hasta ahora, a pesar de la plétora de organismos oficiales y organizaciones oficiosas destinadas al efecto. Entre tanto, las elecciones de dentro de dos años se aproximan, y las diversas formaciones políticas miran hacia allá. La derecha sin suda se ha fortalecido por varias razones, la primera, el grave descrédito en que quedó el conjunto de la izquierda, a causa de la década correísta con sus fuertes dosis de intolerancia autoritaria, sectarismo y corrupción, algo que la derecha va a enrostrar a las formaciones de centro izquierda e izquierda como arma favorita en las elecciones venideras.

   El Correísmo es todavía fuerte en el panorama electoral, porque no faltan los nostálgicos, los obcecados o quienes miran solamente la faceta de las carreteras construidas y los bonos de la administración anterior, abstrayendo sus pasados males y daños.

   El resto de la izquierda, unos al haberse confundido virtualmente con el Correísmo, caso del Socialismo, poco o ningún perfil tienen, como no sea seguir de aliados al Correísmo. Unidad Popular, agrupación marxista-leninista ortodoxa, que se desmarcó temprano del autoritarismo correísta, tiene su nicho, que difícilmente aumentaría de manera significativa. Los vestigios de la Izquierda Democrática son demasiado pequeños para que pesen en una futura contienda.

   Queda Pchakútik, fortalecido con Prefecturas, Alcaldías y numerosos gobiernos parroquiales, como la organización de izquierda capaz de liderar la próxima contienda para la Presidencia y Vice Presidencia de la República, si coloca dirigentes que puedan despertar adhesiones más allá de la militancia indígena, campesina y su entorno. La Costa y sus votantes han sido siempre un punto débil de Pachkútik. Tendría por lo tanto que aliarse con agrupaciones de centro o izquierda que tengan cierta fuerza en el Litoral.

   Cuando la derecha tendría las de ganar en las próximas elecciones, falta saber si el socialcristianismo o su rival CREO alcanzarían la hegemonía, o si por el contrario se enfrascarían en una lucha a muerte por la Presidente y Vicepresidencia, que es lo más probable. Aprovechando esa brecha hasta ahora insalvable en la derecha ecuatoriana, la izquierda pudiera plantearse un proyecto de alianzas, eso sí, desintoxicando su sangre del autoritarismo, la corrupción, las ansias desaforadas de poder y otras manchas gravísimas. En definitiva, deshacerse de gentes que desprestigiaron y cubrieron de lodo proyectos bienintencionados y progresistas.

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