La entidad lleva medio siglo de organizar y capacitar a los artesanos y obreros que hasta fines de la década de los años 60 del siglo pasado estuvieron dispersos y a merced de sus iniciativas

La capacitación de los socios es una de las más importantes responsabilidades que cumple la CAPIA.

La fundó en 1969 un grupo de emprendedores para sumar esfuerzos, planificar actividades y contar con un organismo capaz de gestionar ante el sector público, con derechos legales, la atención requerida por los asociados para mejorar e incrementar la producción. Rodrigo Jarrín, Teodoro Jara, Carlos Suárez, Arturo Delgado, José Cárdenas, Manuel Cabrera y Joaquín Delgado, los fundadores, eligieron el primer directorio presidido por Rodrigo Morejón, conscientes de pertenecer a un sector diferente a las cámaras de Comercio e Industrias.

    Desde 2012, en renovados períodos de dos años, preside la Cámara Patricia Lorena Vélez Gárate, Máster en Administración de Empresas que espera hacer del cincuentenario oportunidad para promocionar iniciativas encaminadas a fortalecer al gremio. Ella expuso a AVANCE sobre la situación de la CAPIA y sus actividades.

La Presidenta interviene en su posesión del actual período, el 3 de abril de este año

  La Cámara involucra a nueve sectores, de las ramas de textil, madera, cuero y calzado, alimentos, tecnología y servicios, artes gráficas, paja toquilla, sustancias químicas y metalmecánica. Entre su papel es ofrecer capacitación y asesoría en temas legales y económicos, para a través de la asociatividad mejorar los precios y elevar las condiciones de vida. Un logro importante es evitar que, por desconocimiento, los socios incurrieran en sanciones por incumplimiento de obligaciones legales y tributarias.

   La Cámara de la Pequeña Industria comprende al segmento empresarial cuyas ventas anuales llegan hasta cinco millones de dólares, con un máximo de 160 trabajadores. Para su ubicación, vale conocer que la microempresa tiene ventas anuales hasta de cien mil dólares con máximo nueve trabajadores; la pequeña empresa, ventas hasta por un millón y hasta 50 trabajadores, y, la gran empresa, ventas de cinco millones en adelante y 160 trabajadores o más.

   La trayectoria de la CAPIA llegó a su apogeo entre los años 80 y 90 del siglo pasado, con más de 500 socios activos. Desde el año 2000 más o menos se ha mantenido, sin crecimiento, la institución, pero las medidas implantadas por el gobierno del Presidente Rafael Correa, que abolió la obligación de agremiarse, marcó una tendencia al decrecimiento, en cuanto al número de socios. En la actualidad son 103 socios activos.

   La entidad mantiene el dinamismo y planifica acciones para despertar el interés de los socios, con programas de asesoría y participación en eventos como exposiciones y ferias. Según la Presidenta del gremio, alrededor de dos mil personas pertenecientes al sector reciben beneficios directos y un número similar, en forma indirecta, por ser trabajadores de temporada, en los hogares o en el sector de metal mecánica, sin ocupación permanente.

La Presidenta de la Cámara en su despacho

  El organismo mantiene relación con gremios nacionales. En 2017 se formó la Cámara Nacional de Pequeñas Empresas (CANAPE) y la CAPIA está en ella, pues la ingeniera Vélez ostenta la Vicepresidencia; también se formó la Corporación de Fomento Productivo, con la participación del Ministerio de Industrias (MIPRO) con quien busca generar lasos con la banca pública, para definir tasas de financiamiento para el desarrollo productivo y gestionar recursos de fondos internacionales.

   La Cámara de la Pequeña Industria mantiene coordinación con las otras cámaras a través de la Asociación de Cámaras del Azuay, con la gran industrias, estos son consumidores de insumos generados por pequeños y medianos productores. La interacción dentro del gremio genera ventajas competitivas y de seguridad industrial, al prestar servicios con personal especializado a varios socios, lo que rebaja costos si se compara con lo oneroso que resultaría un trabajo  contratado en cada empresa.

   ¿La relación con organismos públicos como la Municipalidad y el Gobierno Provincial?. La presidente de la CAPIA afirma que hay buena relación, sin descartarse problemas macros relacionados con el suelo industrial o las deficiencias aeroportuarias. La obra del tranvía ha demorado demasiado en la ejecución y además ha desviado recursos que habrían permitido atender necesidades latentes, como el suelo industrial, sobre el que no se ha tocado por más de veinte años.

   El remate de los terrenos del Batallón Cayambe, para financiar el tranvía, ha fracasado en dos convocatorias, acaso porque no se atendió las sugerencias planteadas oportunamente, para que no se destinaran ocho hectáreas a logística, esto es a bodegas, cuando lo que se requiere es espacio para montar fábricas y producir. No hubo interés para que una sola empresa optara por la subasta, todo ha vuelto a cero y es perjudicial para quienes necesitan terrenos para instalar fábricas que generen empleo, reactiven la economía y eleven el poder adquisitivo del trabajo.

   En el caso del Gobierno provincial, la dirigente considera positivo el apoyo a las ferias que conjuntamente se organiza por temporadas, pero no comparte con la Tasa de Soldaridad Alimentaria y Nutricional en el Azuay, pues si bien es loable preocuparse por la alimentación de los menores y mejorar las condiciones de vida, estos logros no pueden venir por subvención: no es el monto de las tributaciones, sino la forma cómo se quiere implantarlas y las dificultades de cobro, lo que impugnan los sectores productivos, subraya.  

   Para enero de 2019 la CAPIA planifica actividades de interés institucional y público, para conmemorar con actos que traigan beneficios colectivos, los cincuenta años de creación de la entidad.

 

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