Por Julio Carpio Vintimilla

 

Antes de la revolución –desde el punto de vista de la geografía humana-  nunca fue realmente una isla. Después de ella, en cambio, si lo fue…

 
Cuba debe ser, hoy día, el único país del mundo que ofrece la pobreza y las penalidades como atractivos turísticos. Un momento, entendámonos. No hemos encontrado, en ninguna parte, un cartel que diga: VENGA USTED A VER NUESTRA POBREZA CUBANA. Pero -- por una motivación algo rara y  considerablemente extraña -- hay gente que quiere observar cómo se vive en el último país comunista del hemisferio occidental. Quiere ver, con sus propios ojos, como es aquello del túnel del tiempo histórico: los grandes automóviles de la década de los cincuenta, permanentemente reciclados; el minúsculo diario GRANMA, con su periodismo oficialista, críptico y estereotipado; los obsoletos espectáculos del cabaret TROPICANA; la evocación de Hemingway, una medio olvidada celebridad literaria de otra época… (En lo de la motivación, nos incluimos nosotros. Fuimos.)  Sabíamos y  lo reiteramos: Una cosa es leer ciertos reveladores reportajes y  mirar las patéticas diapositivas de INTERNET; y otra, muy distinta, es caminar por las mojadas calles de La Habana Vieja. (Nuestra estancia coincidió con una larga e intensa temporada de lluvias.)  Mas, en definitiva, sólo vimos personalmente lo conocido y  esperable. Unos botones de muestra: hoteles céntricos, antiguos y  muy considerablemente deteriorados; tiendas para extranjeros, con un escaso surtido de mercaderías; museos numerosos, que atraen a pocos visitantes; miles de casas y  muchos edificios arruinados; un transporte inadecuado e insuficiente, que incluye los primitivos bicitaxis… Lo más sorprendente y  lamentable: En la peatonal calle Obispo, se ve mendigos, mutilados y  prostitutas. (La tenaz presencia del Cuarto Mundo, después de nada menos que 55 años de revolución “igualadora” y “solidaria”…) Lo positivo: el tráfico automotor es tranquilo, respetuoso y  disciplinado; hay, en general, una sensación de seguridad pública, ninguna sicosis delictiva; no parece haber contaminación… En fin… Bueno, sigamos. Y, antes que abundar en detalles, hagamos algunas de las importantes cuentas que, a estas alturas del siglo XXI, ya deben ser hechas. Adelante.
 
A partir de 1959, Cuba fue perdiendo mucho. (Dejemos de lado la martilleante propaganda oficial de la educación y  la medicina notables; a las que, en otras ocasiones, nos hemos referido; y  cuyas condiciones exactas han sido bien evaluadas en los correspondientes escalafones internacionales.) En primer lugar, -- por la odiosidad ideológica y  política -- el país perdió una parte muy importante de su población. (La denostada burguesía, los “gusanos”… En realidad, la que era la parte más capacitada de la misma: profesionales, empresarios, líderes democráticos… La lucha de clases resultó, por sus consecuencias prácticas, una idea lamentable y  destructora.) Es decir, Cuba perdió esa gente que hoy constituye el grupo más próspero y  educado de los latinos de los Estados Unidos. (Hay, dentro del mismo, muchas figuras destacadas. Baste, por hoy, citar a uno: Marco Rubio, el gobernador republicano de Florida; de quien se dice que podría ser el primer presidente de origen latino de los Estados Unidos…) Y esa gente ya no volverá. Ya es norteamericana en lo social y lo cultural. En segundo lugar, Cuba perdió también su antigua prosperidad. Al momento de iniciarse la revolución, el país era, por su riqueza, nada menos que el segundo de América Latina; por delante de él, sólo estaba la excepcional Argentina de ese entonces. En tercer lugar, Cuba perdió su democracia; la cual, aunque bastante defectuosa, fue, en buena medida y casi siempre, un regular, tolerante y  corregible gobierno liberal. Y, al perderla, perdió quizás, también, su más grande oportunidad de superación del siglo XX: ser el primero o segundo país de la región latinoamericana en llegar al  desarrollo. Pudo ser… (Veamos. Aun antes de la independencia de España, el dinamismo social  y  económico de Cuba era notable. Cuba fue la última gran joya de la Corona peninsular: “Por Cuba, hasta el último soldado y  hasta la última peseta…”
 
 Circula, al respecto, en INTERNET, una muy larga y  sorprendente lista de las mejoras y  los logros de los cubanos prerrevolucionarios; que va desde los campos de la infraestructura moderna y la educación hasta aquellos de la comunicación colectiva y  los derechos civiles…)  Bien a propósito: Hay quienes sostienen que las revoluciones sociales del siglo XX fueron ampliamente infructuosas y  negativas. Puede ser cierto… En todo caso, hasta el concepto mismo de tales procesos ha perdido, al presente, su viejo atractivo ideológico: leninista, trotszkista, maoísta, villista, guevarista… Y, en esto, Cuba no es, no podía ser la excepción. Entonces, -- atentos a los resultados políticos, sociales y  económicos casi catastróficos -- ¿no se podría considerar que eso que se denomina Revolución Cubana es, más bien, una neta y  real involución? ¿Una verdadera regresión o decadencia? (Similares, aunque mucho más graves, a  las que sufrió y sufre, en un período comparable, la desarreglada Argentina populista.)
 
Y Cuba ha sido un verdadero capricho geopolítico. Muchos recuerdan aquel dramático conflicto que se denominó la Crisis de los Cohetes. (Cuando, en Octubre de 1962, el mundo estuvo al borde mismo del Apocalipsis nuclear. Allí y  entonces, Cuba estuvo, de por medio, entre los dos gigantes de la Guerra Fría…) Pero no ha sido ésta la primera ocasión en que Cuba se viera ligada a grandes acontecimientos mundiales. Nótese, al respecto, que Cuba vivió los precisos inicios y  los precisos finales del gran Imperio Español. Y que constituyó, también, el último avance efectivo del igualmente grande Imperio Ruso; caído, sin lucha militar alguna, en 1989. Todavía más: Cuba señaló, a mediados del siglo XX, el probable inicio de la declinación del Imperio Americano; quizás -- en una forma varia y  difusa, y  no precisamente territorial -- el más grande e influyente de la Historia… Con La Isla, pues, los historiadores tienen un sus manos un caso muy especial y  notorio. En esto, no parece caber duda.
 
Y Cuba fue una frontera entre dos grandes regiones culturales del mundo: la América Latina y  la América Anglosajona. (De hecho, una frontera mucho más activa y  permeable que la correspondiente mexicana; y  mucho menos conflictiva.) Y La Habana fue, por otra parte, el equivalente latinoamericano de Miami: una gran puerta de entrada y  de salida. Siendo así, todo lo que la primera ciudad perdió con el Castrismo, lo ganó la segunda. (Se afirma, medio en broma y  medio en serio, que Miami es la capital de América Latina. Algo hay de eso… Por lo tanto, La Habana renunció, en efecto, a las ventajas de su excepcional situación geográfica; sólo comparable, en el continente, a la privilegiada de Panamá.)  Al caso, -- y  al contrario de lo que dice la insistente y  deformadora propaganda izquierdista -- la relación de Cuba con los Estados Unidos casi siempre resultó bastante ventajosa para ella. (Cuba -- como se ha dicho -- era dinámica y  receptiva. Y ya sabemos que los Estados Unidos fueron el país más pujante,  próspero e innovador del mundo del siglo XX. Dadas, pues, estas condiciones, la relación podía y  pudo ser mutuamente benéfica. En la Historia, este fenómeno ha sucedido varias veces. Acordarse, por ejemplo, de la España medieval; muy bien situada en la frontera entre los árabes y  los europeos…) Por todo ello, Cuba se modernizó mucho más rápidamente que el resto de América Latina. Para verlo bien, bastaría comparar la Cuba de los cincuenta con el Ecuador de los mismos años. (Idéntica operación, hecha hoy día, mostrará, en cambio, justamente el resultado contrario.)  En definitiva, Cuba se “salió” políticamente del continente americano; su ámbito lógico en lo geográfico, lo histórico, lo económico y  lo cultural. Y, obviamente, Rusia y  el Campo Socialista no podían darle al país lo que éste perdió al “alejarse” de la América Latina, la Europa Occidental y los Estados Unidos. Antes de la revolución, -- desde el punto de vista de la geografía humana -- Cuba nunca fue realmente una isla. Después de ella, en cambio, si lo fue. Y he ahí un literal, verdadero y  efectivo aislamiento; otro aspecto de la señalada involución…
 
Terminemos con la anécdota y  la metáfora. El Che Guevara -- entre otras cosas, un iluso económico -- imaginó a su segunda patria dotada, pronto, de una economía superior, solidaria y  ejemplar. No vivió el tiempo necesario para ver los decepcionantes resultados reales…Y los cubanos siguieron jugando al baseball… Y, por otra parte, nunca aprendieron el ruso. Y nunca aprendieron, tampoco, a beber el vodka solo. Y su buen ron, en cambio, se sigue mezclando todavía, en todas partes, con la Coca-Cola…
 

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