Edificio de la Gobernación del Azuay, en un ángulo del parque Abdón Calderón, núcleo del centro histórico.

El primer Gobernador de la etapa democrática, en 1979, Leonardo Toral Pozo, estuvo un mes y renunció sin aceptar las presiones de Quito para integrar la administración. Al conmemorar cuatro décadas de democracia la Gobernación está sin titular desde junio de 2019

La estabilidad –o inestabilidad- en el cargo de los Gobernadores del Azuay en cuatro décadas democráticas recién cumplidas, es un referente para evaluar la importancia que asigna el poder central a esta dependencia y el papel de quienes lo representan.

Treinta y cuatro varones y una mujer –María Augusta Muñoz- representaron al Ejecutivo en Azuay en este lapso. En promedio la permanencia en el cargo es de algo más de un año, en cuyos extremos están Oswaldo Larriva Alvarado con dos años y medio y Patricio León por una semana.

Luego de Larriva, Gerardo Martínez Espinoza y Xavier Enderica han pasado de dos años en funciones (dos años cinco meses y dos años y un mes, en su orden), seguidos por Felipe Vega de la Cuadra con un año siete meses; Galo Fajardo y Ricardo Muñoz, un año y cinco meses cada uno; Daniel Toral un año un mes y Efendy Maldonado exactamente un año.

Menos de un año fueron gobernadores: Patricio León del 21 de enero al 6 de febrero de 1997, con feriado de carnaval por medio; Juan Donoso, un mes y 13 días; Luis Orellana, dos meses; Marcelo Batallas, ocho meses; Paúl Sánchez, Hernán Toral, Ernesto Toral y Marcelo Carvallo, cinco meses; Alejandro Tenorio Koppel, tres meses; Pedro Vintimilla, en dos ocasiones, tres meses cada vez.

Pedro Vintimilla y Leonardo Berrezueta son los únicos gobernadores designados dos veces, en los gobiernos de Alfredo Palacio y Rafael Correa, respectivamente.

Desde 1979 fueron gobernadores: Leonardo Toral Pozo, Mariano Cueva, José Cordero Acosta y Juan Cordero Iñiguez, con Roldós-Hurtado; Patricio Muñoz Monsalve, Marcelo Vintimilla Borrero y Enrique Mora Vázquez con León Febres Cordero; Enrique Malo Abad y Jaime Malo Ordóñez con Rodrigo Borja Cevallos; Rubén Cazorla, Gerardo Martínez y Ernesto Total Amador con Sixto Durán; Hernán Toral Vintimilla y Patricio León con Abdalá Bucaram; Alejandro Corral Borrero, Felipe Vega de la Cuadra, José Donoso, Luis Orellana y Marcelo Carvallo con Fabián Alarcón; Galo Fajardo en todo el gobierno de Jamil Mahuad; Claudio Monsalve, Daniel Toral Vélez y Ricardo Muñoz con Gustavo Noboa; Efendy Maldonado, Marcelo Batallas y Fernando Aguirre con Lucio Gutiérrez; Pedro Vintimilla y Alejandro Tenorio Koppel con Alfredo Palacio; Oswaldo Larriva, Leonardo Berrezueta, Humberto Cordero, Cristóbal Lloret y María Augusta Muñoz, con Rafael Correa Delgado; y, Xavier Enderica, con Lenín Moreno Garcés, hasta inicios de junio de 2019, cuando renunció encargando el despacho el Jefe Político, Xavier Martínez, que permanece en el encargo.

De los 35 gobernadores del Azuay en cuarenta años del período democrático iniciado el 10 de agosto de 1979, diez han fallecido: Leonardo Toral, Enrique Malo, Jaime Malo, Marcelo Vintimilla, Patricio Muñoz, Rubén Cazorla, Daniel Toral, Ricardo Muñoz, Efendy Maldonado y José Cordero Acosta.

Desde el 3 de junio de este año está encargado de la Gobernación el Jefe Político Xavier Martínez. En la administración del movimiento Alianza PAIS, que se inició en 2007 con Rafael Correa y continúa hoy con Lenín Moreno, no estuvo tanto tiempo sin titular la Gobernación del Azuay. Anteriormente, el Jefe Político Edgar Pesántez, en las postrimerías del derrocado Presidente Gutiérrez, estuvo encargado por tres meses; y, en el gobierno de Alfredo Palacios, el Jefe Político Esteban Segarra, del 16 de diciembre de 2005 al 6 de abril de 2006.

 

 

Menosprecio ayer, acefalía hoy

A la inestabilidad se ha sumado la poca importancia que han dado los mandatarios del país a la Gobernación del Azuay. Quienes ejercieron la función, animados de los mejores propósitos y voluntad de servicio, no han tenido el apoyo a sus iniciativas, salvo excepciones, quizá en los casos de Oswaldo Larriva y Leonardo Berrezueta, que merecieron respeto del poder central. En su gestión mejoraron las instalaciones de la Gobernación.

Hoy la Gobernación azuaya, acéfala, por buena voluntad que tenga el ciudadano encargado de la misma, no atraviesa por buenos momentos en lo administrativo ni en capacidad de gestión.

Es ilustrativa una carta de 20 de agosto de 2001 con la que un Gobernador patriota y a la vez frustrado, renunció ante el Presidente Gustavo Noboa, documento del que vale citar unos párrafos:

“Como Gobernador he querido ser el nexo entre el Gobierno y las instituciones y sus directivos. Infortunadamente este nexo, únicamente, salvo excepcione, ha quedado en la teoría y la aspiración…

“Usted, señor Presidente, en Cuenca, me manifestó personalmente su deseo de atenderme cuando lo requiera. Incluso se dignó darme su número telefónico directo. Infortunadamente, no obstante mis reiteradas llamadas y las comunicaciones enviadas, nunca cumplieron su objetivo. Sus directos colaboradores se encargaron de colocar una muralla entre usted y su representante en el Azuay. En los trece meses de función nunca pude entrar en su despacho, para plantearle los problemas de mi provincia y sugerirle las soluciones. Ante esta desalentadora realidad, por escrito me he dirigido a usted, sintetizando los planteamientos. Tampoco supe si, por lo menos, llegaron a sus manos mis comunicaciones.

“En repetidas veces he pretendido contactos telefónicos con el señor Secretario General de la Administración, quien el día de mi posesión me ofreció igual trato que al Gobernador del Guayas. Todo quedó en el ofrecimiento. Siguiendo las instrucciones de la secretaria, le he pedido audiencia por fax, dándole a conocer los temas a tratar. Tampoco hubo respuesta alguna. En tres ocasiones últimas viajé a Quito, y desde la recepción he solicitado ser recibido. La respuesta: siempre estaba ocupado. Por supuesto para la Gobernador del Azuay. La secretaria me pedía el número de fax para llamarme. La llamada nunca llegó. Decepcionado, retornaba a mi ciudad, en donde lo periodistas se hallaban ávidos de conocer la soluciones. Pero ¿qué soluciones?

“Es lamentable darle a conocer que tres veces seguidas me he trasladado a la capital, incluso, la última vez, previa consulta, aprovechando de una llamada telefónica que me hizo el señor Ministro. Las tres ocasiones retorné completamente humillado y con una justificada indignación, pues fueron dos o tres días de angustiosa espera, en cada ocasión. Los controles electrónicos instalados en las puertas, han colocado una mayor distancia entre un Gobernador de “provincia” y el Ministro, incluso con sus secretarias.

“La paciencia ha concluido en mí, señor Presidente. No puedo por un día más ser testigo del menosprecio hacia mi provincia, cuando se han almacenado tantos problemas y ya se han desbordado. El señor Ministro de Obras Públicas, funcionario de excepcionales méritos podrá confirmarle mis asertos, en materia vial, como ejemplo.

Por todas estas razones, y por otras que, por el respeto que usted se merece, no lo menciono, he decidido presentarle mi renuncia irrevocable de la Gobernación del Azuay, no sin antes agradecerle por su confianza y por la voluntad, que usted personalmente se dignó expresarme”.

 

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